"CUENTOS DE TEMPORADA: POR UN BESO"
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Rostro pálido, cara fría, ojos entreabiertos, cuello avergonzado como con perenne castigo y espalda curva siguiendo su línea, acompañaban a un cuerpo con forma de caracol buscando el apoyo de sus propias paredes dentro y fuera de ellas. Para Luisa, la vida era un secreto en sí misma. A nadie hablaba y a nadie importaba; Su existencia se limitaba a exteriorizar su cabeza durante unos minutos al día, respirar aire renovado para ventilar su morada y de vuelta a esas extrañas menos de cuatro paredes que la albergaban Su carácter amargo y contracto por sus formas adoptadas le daban la seguridad y protección de que nadie se acercaría jamás. Se instaló sobre yerbas secas y se mimetizó con ellas. Ella era, simplemente, Nadie. No conocía sus orígenes, ni cómo ni cuándo ni por qué era así. El roce humano la asustaba y si existía la posibilidad de acercamiento con él, ella reforzaba su flexionado cuerpo y aparentaba una casa deshabitada. Llegó el verano como siempre después de una primavera ta