GRACIAS ETERNAS, PROFE!!! ( IN MEMORIAM, PEPE PETTENGHI)

 


          


   PRÓLOGO:    

   "UNA EMOCIÓN SERENA"

por JOSÉ PETTENGHI


Componer un prólogo siempre es más arriesgado de lo que puede parecer a primera vista. Es una apuesta. Todos esperan más de lo que es una presentación, un telón cerrado que se alzará cuando comience la representación. Unos esperan que sea más brillante que la obra en sí, otros simplemente anhelan que sea breve y los más confían en que no sea más que un puro aplauso previo a su autor o autora.

En este caso, el riesgo de ese paseo por el alambre queda mitigado, en primer lugar, porque Manoli Barrios fue mi alumna, de modo que ese grado de conocimiento elimina cualquier veleidad inoportuna. Y en segundo lugar, porque ella es profesora de Lengua y Literatura, con lo que las reclamaciones que podría hacer su profesor-de Ciencias- como prologuista no pasan de la categoría de un "prologuista oyente".

Así  que, por una extraña sucesión de razones, algunas insospechadas, estoy prologando Rosae, lo que sin duda es un privilegio, si bien soy consciente de que mi papel tiene algo de voyeur: estoy observando a través de una rendija, antes que nadie y casi en secreto, lo que ahora mismo ya es un libro a disposición del público. Aunque Manoli escribe desde siempre, en ´ Rosas´ ya apuntaba en una dirección que queda reafirmada en este ´Rosae´: que la vida es un breve parpadeo que nos permite observar por un instante las maravillas del Universo. Y que hay que aprovechar esa gracia, esa concesión, que nos proporciona nuestra existencia terrenal.

Este ´Rosae´, un bouquet de rosas, tiene sus raíces en un blog muy mañanero que Manoli publica casi a diario. En él, las rosas virtuales suben al cielo de la letra impresa, como una forma menos efímera de llegar al lector. Rosas que no se dejan caer en la lírica dócil y suave que podría sugerir el título. De sus páginas, surge una voz poderosa que nos dice con brío: "Yo soy, yo digo".

Porque ´Rosae´ es un sismograma en el que vibra la sensibilidad y la introspección, sin la flatulencia de la pedantería y sin los molestos efluvios de la falsa modestia. Sencillo e intenso.

Esa concepción de lo efímero de todo es concluyente y traspasa las páginas de la obra. Cada día reparte cartas y hay que jugarlas, parece decirnos Manoli. Lo más puro del pensamiento estoico, que venga lo que venga, y poder soportarlo con dignidad.

Pero hay más, mucho más, también acude a proponer un retrato de lo que significa ser mujer hoy.

Manoli nunca ha demandado a la sociedad que el mundo se adapte a ella. Fuera lloriqueos de incomprendida, ella sabe que te haces duro a la fuerza y que el infortunio saca lo mejor de ti. El miedo, el dolor físico, el del alma o la enfermedad, hacen aflorar la condición humana, la entereza, la integridad, la comprensión... Aquí ´Rosae´ es un maduro ejercicio de la topografía de la emoción. Como Marco Aurelio, en un fangoso campamento militar a orillas del Danubio, en la frontera norte del Imperio, viendo próxima su muerte, machacado por la enfermedad y las dudas escribe su inmortal ´Meditaciones´, su obra maestra del pensamiento estoico. O el propio Leopardi, en los momentos más desolados de su existencia, deforme, pobre, casi ciego, despreciado y ridiculizado por todos, da a la imprenta una maravillosa declamación que mira al mundo con ojos atónitos.

Desde siempre, el infortunio ha dado a luz las páginas donde resplandece lo más auténtico de cada autor.

Pero en ´Rosae´, no hay sólo introspección y miradas a un mundo incomprensible, también expresa compromiso por los más débiles y los marginados, y que hoy se pueden sublimar en el sufrimiento del pueblo palestino.

´Rosae´no es, por tanto, sólo un "Yo soy, yo digo", sino que también aborda el "Yo soy, yo recuerdo". Vivencias contadas al oído, con complicidad y sin sentimentalismos, sin concesiones a la blandenguería, de infancia, de adolescencia, la edad en la que configuramos nuestra visión del mundo.

Son recuerdos puestos a secar al sol de la madurez de una niña que jugaba a no serlo, recuerdos infantiles de Cola Cao y Patatíbiiris en aquella España Una, Grande y Cutre. Reflexiones, ecos de canciones, películas desteñidas- Adiós cigüeña adiós o Sissi Emperatriz- para celebrar el poder de la palabra escrita.

Y no podía faltar Cádiz, su Cádiz. Un TAC acerca de la esencia del gaditano, sin topicazos ni condescendencias. El hambre atrasada que provocan treinta y tres años lejos de ciudad-cárcel, la ciudad-cuna, dan un diagnóstico bastante fiable. Todo ello en este volumen que tienes entre las manos, en él está Manoli, la autora que ama la soledad, los libros y la independencia. La niña Moby, la autora Manuela Barrios, la profesora que aún sueña que da clase, y cuya propuesta es bien simple: vivir.

Muchas rosas en un ramo. Su retrato. Porque al final, lo escrito eres tú.


NOTA DE MANUELA BARRIOS FEDRIANI: NO DIO TIEMPO PARA ESE CAFÉ PENDIENTE. TU PRÓLOGO NO TUVO  VOZ PORQUE ERA INTOCABLE. HOY, DESDE AQUÍ, QUIERO QUE EL MUNDO LO VEA , LO LEA Y LO ADMIRE COMO SE MERECE. 

HASTA SIEMPRE, PROFE.

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