"S.O.S.: UNO QUE RESTA..."
En un par de meses, empezará el último año del primer cuarto del siglo XXI. Con respecto al XX, sólo observo la diferencia de que, al menos, a la década de los veinte se le denominó "los alegres años" y, también "los años locos". Esa supuesta alegría era paralela a la locura. Fue un periodo de pausa entre guerras de odios, rencores, venganzas, sangre y muchas muertes. Poco duró esa alegría, esa pausa de no querer ver, no oír y callar lo que una gran cortina ocultaba los ensayos que preparaban para el reestreno del terror. España estaba perdida en su propio mundo. Una monarquía trasnochada, egoísta, inmadura cedió su trono y su corona a una dictadura que daba palos de ciegos por doquier y sólo sumaba desaciertos. Ambos fueron nefastos para el país: más guerras y sangres en sus haberes. La puerta de atrás del palacio se abrió y escaparon ante el rechazo de las urnas. La República era un soplo de vida para una mitad y una asfixia de muerte para la otra. Nadie escuchó