"UNA, DOS Y TRES, POLLITO INGLÉS..."

Ella quiso acercarse, auxiliarlo, abrazarlo y cuando sólo faltaban dos pasos, el soldado la avisó: uno, dos y tres pollito inglés, ¡sin mover los pies! Ella le obedeció, sólo movió sus manos y el agua, medio derraramada por el equilibrio, lo alivió. Él quiso darle lo que ya no tenía, huérfano de hijos, necesitaba ser padre. Y cuando sólo faltaban dos pasos, el soldado lo avisó: una, dos y tres pollito inglés, ¡sin mover los pies!. Él acató la orden, se tiró a la tierra batida, su boca llegó a su mejilla y lo besó. El señor mayor puso su hilo de voz y cuando casi llegaba, un soldado lo avisó: una, dos y tres pollito inglés, ¡sin mover los pies!. Él acató la orden y apenas le llegó "su érase una vez..." que le bastó para soñar. La señora mayor, ciega de llantos, buscaba sus ojos y secarlos. Y cuando casi llegaba, un soldado la avisaba: uno, dos y tres pollito inglés, ¡sin mover los pies!. Ella acató su orden y el viento se alió entre ambos y el pañuelo llegó. Ellas quisi...