"¿ESTÁ EL ENCARGADO?, ¡QUE SE PONGA!

Parafraseando el inicio de uno de los monólogos más brillantes de Miguel Gila, comenzaré mi relato, queja, reclamación, hartazgo o el "hasta las narices" de lo que fue y ya no son esos famosos grandes almacenes que un día fueron signo de garantía y, hoy, sólo unos almacenes más cercanos a los modelos asiáticos en calidades y prestaciones (a los que todos vamos aunque lo neguemos...) y si me apuras, en estos es más fácil la atención al cliente aunque nos cueste entendernos por el idioma, nos salvamos con el señalamiento digital (dirigiendo el dedo índice hacia el artículo deseado) y te lo dan enseguida y te vas cuando pasas por caja y a otra cosa. Utilizaré las iniciales (E.C.I.) para no darle publicidad inmerecida a pesar de que no puede estar más claro de qué hablo y me dirijo. En los ochenta, era el lugar soñado para ir de compras, tanto que lo comprabas todo. El surtido y la variedad te hacía entrar y te dolía salir. Te preguntabas qué no encontrar y la respuesta...