MICRORRELATO: “DESPENALIZADA”
 
                                                                 La pena vivía gracias a mi despensa, era mi compañera y mi alivio. Unos chupitos varias veces al día, según demanda, eran suficientes. Las dos envejecimos, ella más rápido que yo. El desgaste de la convivencia nos alejó y era el momento de abrirle ventanas y darle el empujón que nunca me atreví. Su vejez me facilitaba el trabajo, ya no me podía atacar ni responder. Un fuerte golpe de viento lo hizo por mí. Y lo que nos unió tantos años, finalmente, descubrí que tan sólo fue el aburrimiento que desapareció volando a la par. No sentí pena. NOTA DE LA AUTORA : NO CONFUNDIR PENA CON SUSTANCIAS. SÓLO ERA PENA, PENITA, PENA...
