"JOKY, SIEMPRE EN NUESTRA MEMORIA Y MÁS ALLÁ"

En un extraño triángulo del que todos huíamos a partir de las siete de la tarde los veranos, ahí estaba Él. Era el espacio donde el sol se proyectaba con furia hacia una esquina de la cocina, liberando al resto, y resultaba insoportable ni tan siquiera pisarlo. Amaba el sol y el calor. Sin embargo, los duros días de invierno tampoco se quejaba; todo para él estaba bien. Amaba sentarse con alguien al lado, tal vez, como protector o protegido. Sus ladridos sólo los propiciaba el ring ring de alguna visita o su momento de espera a su platillo gris mordisqueado con su ración de comida. Sus saltos por llegar a él eran su nerviosismo momentáneo y que terminaban con su puesta en el suelo donde devoraba hasta lamer la última mota de ese gris ahora brillante. Y esa fue la señal de que algo no iba bien. Esa mañana no quiso comer, ni tan siquiera el paté reservado para días especiales. Algo no marchaba como siempre. Tampoco ladró con el timbre, su cuerpo cansado no le permitía ser igual. Yok...