"ADOLESCENCIA"
La palabra adolescencia deriva del latín ADOLESCENS (joven) y ADOLESCERE (crecer). Imposible no interpretarla en el sentido más real en ese transcurso de cambio hacia la madurez: ADOLECER, carecer. Este periodo es natural en el proceso de la vida y todos y todas hemos pasado por él. Eran las circunstancias las que movían los relojes con más o menos rapidez o, incluso, pasaba de largo sin esa parada y no se esperaba; la metamorfosis era instatánea y el hombre y la mujer amanecían una tarde obligada a dejar en blanco ese tiempo de transición hacia la mayoría de edad y de necesidades en su formación.
La adolescencia implica inseguridad, vienes de la infancia y caminas hacia un mundo de responsabilidad hasta el final. Las últimas décadas se implicaron en darle ese espacio para el proceso de cambio y aceptar que su falta de juicio para actuar o decidir se justificaba en el revuelo dentro de sus mentes y conexiones aún sueltas a falta de entrar en los enchufes neuronales pertinentes.
Una gran parte de esa población nunca tuvo esa oportunidad de que su vida se alojara en una sala de espera hacia el sentido de la razón suficente para caminar solo e independizarse con sus nuevas herramientas que, aun siendo básicas, sí suficientes para un discreto comienzo.
Así fue y fuimos. Los más afortunados tuvimos opción de equivocarnos pero, algún punto de inflexión inesperado o surgido como consecuencia del despertar que arribó a tiempo, nos colocó en un buen punto de partida y comenzar ese sueño que andaba entre nubes y que ahora era factible que lloviera para ti en la tierra. El esfuerzo de tus padres era el motor y no podías pararlo una vez en marcha. Nacía la responsabilidad y el agradecimiento con su respeto hacia tus benefactores. La vida universitaria no era un convento de clausura, se vivía, se disfrutaba y algunos/os, por desgracia, se perdieron por el camino. Era la minoría, un porcentaje muy bajo en comparación a los que sí llegábamos a la meta propuesta.
Ahora, nada es como fue. La adolescencia carece, adolece de ese sentimiento de crecer, de llegar a buen puerto, de cruzar el camino pontificado que ya no existe ni se sueña atravesar. Olvidan que vivir el presente no es para ellos porque su vida está en proceso y los estancamientos en esas ruedas paradas se embarran y no avanzan. No ven más paisaje que el de la ventana de su carro cuyo cristal se opaca más y más. Y es en esa visión nublada en la que la parálisis no les permite salir del espacio cavernario de Platón. Se alimentan de sombras, de las suyas propias tan idénticas a las ajenas. La unidad de no pensamiento y raciocinio está al mando, al frente de la nada porque todo es nadie. La deshumanización los viste de piedra, ni sienten ni padecen. Y ante esa cara de nadie su único objetivo es ser alguien por un día, unas horas y, sin piedad, se alzarán con su triunfo tan escaso como inútil que morirá en el olvido empujado por el siguiente que lo apremia para subirse a ese podium despersonalizado, sin nombre ni identidad. Los emojis le han tomado la palabra y lo que un día se parió con ilusiones y sueños o errores, ahora es una carita que enmudeció a su dueño a base de juegos para siempre.
LA VIDA DE LOS HIJOS ESTÁ EN MANO DE LOS PADRES Y MADRES HASTA ESA MADUREZ QUE LES PERMITA COMENZAR EL CAMINO ELEGIDO. SER PADRES NO ES UN JUEGO DE UNA PLAY QUE VENDEN A ESCALA MUNDIAL. NI SON JUEGOS, NI SON DESECHABLES NI VIDAS DISEÑADAS POR UNA MULTINACIONAL. CADA NUEVO SER ES DISNTINTO, ÚNICO. NADA NI NADIE HA DE MIMETIZARLO, ANULARLO NI DEJARLO A SU SUERTE SIN EL DESARROLLO QUE LO CONVERTIRÁ, CON SU DEFECTOS Y VIRTUDES, EN PERSONA CAPACITADA PARA ALUMBRAR A LOS QUE VENDRÁN DETRÁS.
Cuanta responsabilidad como padres!
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