"CAÍDA SIN REDES EN LA RED"
Siempre existió el riesgo de que palabras escritas fueron delatoras de emociones, secretos y hasta guerras. Pero, la falta de respuesta que completase ese supuesto diálogo no culpaba o implicaba a la otra parte; podía sobrevivir unilateralmente si la recepción no tenía entrada oficial u ordinaria. Sólo el emisor quedaría como el enamorado, el atacante o el simple desprendido de su intimidad o la de otros.
De pocos sobres se alimentan ahora nuestros buzones (progandas de comidas rápidas y algún recibo bancario...) Ni sellos ni papel de carta de los de antes tienen vida interesante ni se los espera, si acaso, en navidad tienes el gusto de que te esperen para abrazarlo.
Casi dos décadas que llegaron y los recibimos con la alegría de la inocencia, de la magia de la comunicación instánea de hablarnos gratis y rápido y echar, en principio, unas risas con ellos y nuestros conocidos. La factura del teléfono clásico bajó a mínimos y empezó el no parar y hasta hoy.
Messenger, tuenti y... whatsapp. Este último, el más popular, al menos en España, vive y mata a la vez por ser un arma de doble filo que corta con hoja afilada cuando ataca en presentes los pasados perfectos, anteriores, imperfectos e indefinidos que retornar en presentes de indicativos que son reales.
En todos estos intercambios de palabras, no brilla lo más importante, el CONTEXTO en el que se expresa: lo que se dijo ayer, hoy se entiende con la intención elegida para engañar a los de fuera si llegase a sus manos, oídos o vista. Los que fueron momentos de privacidad son ahora públicos e interpretables al gusto de esos receptores a la caza de heridas del mundo exterior para el que no nacieron. Palabras de amor pasan a ser chivatas de aventuras prohibidas; frases de amistad a enemigas. La paz, en guerras. Porque todo cambia y la confianza se pierde y los trapos que eran limpios se tornan en ese gris tormentoso que amenaza con el ahogamiento donde antes hubo un lago tranquilo y sereno.
Y porque los humanos somos así, el rencor se manifiesta con las armas conservadas por si algún día hay que recargarlas para liberarnos del dolor y hacer de esas capturas la venganza perfecta para aquellos que no tienen otros recursos ni valores en el campo del diálogo que resuelva cara a cara ese presente con sus presencias sin echar mano a ese pasado que se vivió en otros escenarios, cuyo telón cayó para siempre y, ahora, la función cambió de guión y se estrenan nuevas obras sin sabores del ayer.
Whatsapp es una red atrapadora cuando caes en ella. No sólo para adolescentes ingenuos. Pocos días hace que saltaron a la luz, no se sabe aún por quién con seguridad, conversaciones entre dos amigos por aquel entonces y que, hoy, fuera de ese contexto de amistad y confianza, se utilizan como armas arrojadizas de venganza interna o de daño externo.
En cualquier caso, que esto sierva como prevención y responsabilidad de los navegantes. Porque, aun prometiendo, jurando y dando todas sus palabras de ese supuesto honor del que se enorgullecen, no es VERDAD. Estamos en manos de los que manejan nuestros secretos y nuestra intimidad.
Los borrados nos son suficientes. Lo que se escribe, se graba y se visiona se queda para siempre. Lo mejor, hablar de frente, cara a cara. Serán recuerdos en el futuro, pero no bombas que estallen por sorpresa en algún momento inesperado. Nunca te arriesgues en la redes invisibles, la caída será demoledora.
"Podemos decir, que una buena conversación no deja de ser un arte, que requiere oídos generosos, un corazón cálido y una mente abierta" emiliodom
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