"EN MADRID, MADRID, MADRID... YA NO SE BAILA EL CHOTÍS"
El baile popular de Madrid era el chotis, llamado también el del ladrillo o la losa porque el hombre giraba sus pasos sobre un espacio reducido alrededor de una de esas piezas. Hoy, ambos andan en lugares desaparecidos, es muy difícil encontrar esos materiales en libertad, los buitres se los han quedado y también su esencia acogedora al visitante cuyo esplendor le fascinaba cuando llegaba a la capital desde su provincia más modesta en tamaño y pretensiones.
De pequeña, mi sueño era verla y pisarla. Siempre he tenido familia madrileña, ahora multiplicada, además de buenos amigos. Pasé muchas temporadas de visitas y amores en mis tiempos de juventud en las que llegué a conocerla y casi a enamorarme de ella. Mis recuerdos se despiertan y me traen la libertad que aún escaseaba en el resto. Nacieron las movidas madrileñas, todo el mundo cabía en ellas. No extrañaban las diferencias, todos tenían sus avenidas, sus barrios, sus calles y sus propias losas para manifestar su puesta en escena con aceptaciones absolutas de respeto.
Hoy, no es el hombre el que gira en el baile cómplice de esos dos cuerpos, pero tampoco la mujer. El chotís ha muerto, lo han matado para okupar ese lugar del pueblo castizo y genuino que enseñaba a los que veníamos de afuera y recibirnos con chocolate caliente y unas porras al son de la música y la alegría.
Ahora, la cacique Isabel Díaz Ayuso con sus atláteres y sus mayordomos han desmatelado las estaciones de trenes y salas de aeropuertos seleccionando quiénes sí y quiénes no. Y si consigues la llave de entrada por la puerta de atrás, no tardarán en hacerte la vida imposible en algún rincón olvidado a precio de oro.
Los de afuera pueden elegir y deberían otros campos lejos de esa barbarie donde la ciudad de la justicia se cae a pedazos y ya no tiene donde impartirla. En cambio, los de dentro han de soportar y sufrir las desigualdades de las diferencias raciales, económicas y sociales. La pirámide medieval ha renacido y, con ella, sus estamentos. En la cúpula, el trono de la ceguera y la maldad; un escalón más abajo, la burguesía que esquilma todo lo que tiene a su alcance en sustitución de lo que representó la nobleza de aquellos siglos y, por último, en la base, el pueblo que aguanta y resiste como puede desde su silencio o en las barricadas luchando por que vuelva la lucidez sin ensayos de más cegueras.
Los Hitler, Mussolini, Stalin y el peor de los nacionales del siglo XX se han reencarnado en los Trump, Netanyahu, Le Pen, Meloni, Milei y, a su misma altura o bajeza, Ayuso.
Pandilla descerebrada de desalmados que campan por la maldad sin conciencia, deshuminazados, monstruos de estos también convulsos años veinte repetidos. Nunca murieron, sólo un disfraz los dejó respirando hasta que la puerta se abriera de par en par.
Y no han de morir desangrados, no más guerras, no más muertos. Las armas están en las urnas que han de aniquilar los gritos e indecencias de los que están arriba y que los votó un pueblo interesado, pero también inocente e ignorante de lo que iba a pasar con los nombres en esas papeletas del horror.
Que vuelva la reconstrucción de esa CIUDAD DE LA JUSTICIA y ,con ella, el buen reparto que ponga a cada uno en su sitio de lo que merecido, entre rejas o fuera de ellas.
Que vuelvan las losas y los ladrillos en abundacia para que todos los que están y los que vendrán tengan su sitio para vivir y aprender de lo que fue el buen Madrid al compás de la pareja elegida con libertad saliendo de misa de 12 o de una mezquita cercana o de sus casas habitables para bailar ese chotís renacido bajo muchas losas y ladrillos que den cobijo a la gente de bien que añora los tiempos de calma donde la locura inocente de los ochenta aportó la cordura de lo que sí y lo que no era la libertad sin más miedos que los tuyos propios como persona, no como ciudad envenenada por los que carecen de escrúpulos y humanidad.
Cataluña ya no es el problema; se ha trasladado al centro del país donde la ultraderecha quiere viajar a todos los puntos cardinales a punta de rebuznos, mentiras e insultos porque no dan para más: el buen uso de la palabra, desde la decencia y la oratoraria, nunca lo necesitaron para su barrio exclusivo sin inclusividad.
Ese árbol centralizado se está esparciendo demasiado rápido a las afueras; ya se pisan esas raíces nacientes en otras tierras. Hay que exterminarlas. ¡NO QUEDA OTRA!.
EL PUEBLO ES EL QUE ELIGE Y HAY QUE VOTAR DESDE LA CONCIENCIA DEL BIEN COMÚN, LA GENEROSIDAD, LA IGUALDAD.
¡MADRID ES PÚBLICO, MADRID NO SE VENDE; TAMPOCO EL MUNDO ESTÁ EN VENTA!
¡QUE LAS BUENAS AVES LLENEN SUS CIELOS Y EXPULSEN A LOS BUITRES PARA SIEMPRE!.
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