MICRORRELATO: "EL PAÍS DE LA VERDAD"


Era un lugar pequeño en el mapa, casi perdido, casi olvidado. Sus habitantes debían cumplir con una promesa que los bautizaba al nacer: LA VERDAD. Era una obligación del corazón hacerlo. 

La hipocresía sospechada también era una falta grave considerada como antesala de un delito próximo y era imperativo legal que no tuviera más recorrido y pararla a tiempo.

Una palabra dicha o escrita era sagrada entre sus habitantes. La sinceridad era el transporte más seguro para viajar entre sus calles y plazas. Criados en la ausencia del insulto, sabían cumplir sus leyes ciertas sin necesidad de cruces de malas palabras para hablarse entre ataques. Era un pueblo bueno, honesto, limpio, sin manchas oscuras, un pueblo de verdad. El respeto a su privacidad era inherente a su condición humana. Nadie indagaba en la vida del vecino.

Estaba escrito desde tiempos ancestrales que si alguien incumpliere con el principio primero, un árbol de los plantados enredaría sus ramas como alarma y aviso.

Hasta ese día, mediados de noviembre, ninguna rama se enroscaba con otra. Todas permanecían desde su nacimiento, con esa independencia que desprende no faltar a la promesa dada.

Era otoño, los pájaros iban emigrando hacia zonas más cálidas y el silencio marcaba esas horas; su llegada sí se oyó. Un forastero, extraño por su fingida alegría, llamó a varias puertas buscando información de unos y de otros. No paró hasta cumplir con ese historial pretendido. Una vez acabado, se sabía poseedor del gran tesoro de sus habitantes, nadie le mintió en sus respuestas y sólo le faltaba hacer uso de ellas en la práctica para culminar sus intenciones. Guardó en su morral de la memoria los datos  obtenidos, añadió gotas de maldades infundadas,  los mezcló, barajó, eligió al azar y volvió a llamar a las puertas para entregarle lo confesado, ahora por escrito, en esa encuesta anterior. Cuando terminó con la tarea del reparto, los vecinos iban saliendo hacia la plaza para encontrarse entre ellos y pedirles aclaraciones sobre sendos documentos. La intimidad, hasta entonces, era tema sagrado, nadie nunca había osado  entrar en las ajenas. La plaza era presa de las inquietudes que trajo con él ese extraño personaje del que no dudaron por creerlo tan de verdad.

Los árboles mutaban, sus ramas se retorcían con lágrimas de la pena que llega con las mentiras. Los campos se transformaron en troncos retorcidos y oscuros. Cada ciudadano volvió a su casa, contrariado, desconfiado e ignorantes de cómo habían llegado a esa situación desconocida.

Mientras tanto, el juglar de los enredos campaba feliz entre esas verdades alteradas. Fue fácil conseguirlo entre gente sana, sin odios, sin competencia y tan libres. 

Estaba escrito que si alguna vez se diera esta situación, no habría remedios mágicos curativos. El paisaje no volvería a ser el que fue, tampoco los corazones. 

Todo cambió esos días de otoño. La verdad quedó muy malherida y su contrincante, la mentira, se instaló en esas tierras y ahí sigue. El visitante usó su artimaña habitual y escapó hacia otras lindes para continuar su labor de sembrar venenos. Sus descendientes aprendieron de él e invadieron el resto  de los paisajes. 

Empezó la guerra entre la VERDAD y la MENTIRA. Y, ahí sigue el mundo luchando entre las dos.

Comentarios

  1. Anónimo6/9/24, 7:48

    ¿Y qué es la verdad? Dijo la mentira... ❤️‍🩹

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    1. La verdad es lo que no está envenenado. Lo que es puro.

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    2. En los periódicos, en informativos de radio y TV, en redes sociales, la verdad y la mentira se entremezclan. Cada vez es mas difícil diferenciarlas

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  2. Eres tú el que ha de encontrarla contrastando hasta llegar a ella... Empieza anulando los vendidos (periódicos y tv) y la comprobación será mucho más rápida.

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