"VÉRTIGOS DE DICIEMBRE"


Cuando arrancas la hoja de noviembre, el calendario se queda en paños menores e intenta taparse como puede y no recordar muchas de las anteriores de esas once ya vividas. Marcamos nuestra vida en almanaques, los años, los acontecimientos de cuando nacen o se van. A estas alturas del recorrido, ya has puesto nombre a cada día pasado: algunos en la memoria del corazón y, otros, en la desmemoria del olvido. Y llega el vértigo de repetir otra docena con números sin registro hasta su uso. Nada está agendado, la sorpresa del amanecer dura hasta la oscuridad de la noche. En cualquier hora de un día cualquiera, un número anónimo o programado se pone del revés y te desnuda o te viste de gala. Penas, alegrías ruedan en un gran bombo y, a su lado, otro gira con bolitas del 0 al 31. El movimiento constante de ambas decide el momento de la emoción que te ha tocado. La fortuna o el infortunio no se controlan. Nadie puede parar ese encuentro. Si tienes suerte, la pedrea es el seguir, continuar sin altibajos y sin pérdidas. Todos tenemos ese décimo que no necesita un despacho de ventas. Nos acompaña como una sombra imborrable en nuestro camino hasta que cae esa última hoja y nace el nuevo con las doce uvas y ese comienzo vertiginoso de esos números sin efemérides a la espera de bautizarlos.

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