"SIEMPRE, MIÉRCOLES"
Cuenta la leyenda familiar que todos los que llevamos mi segundo apellido tenemos un horrible despertar (lo afirmaba mi madre, que para ella era el primero). Pienso que se debe a la falta de glucosa en sangre porque nos recuperamos con la bebida de un café, un colacao..., y volvemos a nuestro estado natural, sea el que sea, no ocurren milagros, pero, al menos, somos ya capaces de emitir algún sonido que no se parezca a un bufido.
La causa, quizás, la origine el sueño que nos ha poseído durante esa noche y que nos empuja a seguir aún en él hasta que esa toma azucarada nos devuelve, en parte, a la realidad.
En mi caso, siempre es miércoles el día elegido por el guionista de mi pesadilla tan particular y, a la vez, tan recurrente. Si tenemos en cuenta que debe su nombre al planeta Mercurio, este subirá a su antojo en ese combate surrealista que mantengo con seres extraños que invaden mi casa, se apropian de mi espacio y mi voluntad al dejarme paralizada sin posibilidad de defensa frente a esos impresentables (no conozco sus nombres) que alborotan esas horas nocturnas, y alguna que otra vespertina, dado que me acuesto cuando sólo la otra mitad del hemisferio lo hace también.
El contenido lo recuerdo durante la primera hora, después se va difuminando poco a poco hasta quedar en el olvido, pero sólo sobrevive el que todo ocurre en miércoles. Mi sueños han aprendido a no preguntar qué día es ni al principio, al final o durante, pero no hay forma, siempre hay algún impertinente que lo dice: es miércoles. Y viene el sobresalto y el bucle de la invasión se apodera de mis bienes provocando mis males. Me alivia pensar que la solución estará en la cocina y en el microondas que calentará esa pócima milagrosa que irá borrando los otros malos tragos a los que me invita Morfeo.
He repasado fechas antiguas de malos recuerdos y, ninguna de ellas curiosamente, cayó en ese día que, al igual que su hermano de fila, está siempre en medio de la nada y sin papeles antagónicos.
Los primeros minutos de mi llegada al mundo del despertar lo ocupan ese debate mental en los que soy por igual demandante y demandada: le pregunto al martes si es quién me empuja hacia él y me confiesa que nunca se mueve de su sitio a pesar de que ya lo han pisoteado y decorado con alguna banderita que quitó tras la marcha de esos colonos modernos. El jueves no contesta, sigue ocupado en su enredos y no tiene tiempo de entrar en más sitios. Total, debe ser una información clasificada a la que no tengo acceso. Pero, sería todo un detalle que se alternaran los días de la semana y que cada uno tuviera su propio papel y jubilemos a ese miércoles tan trabajado y maldecido que, posiblemente, tampoco conozca el porqué de su trasnochada misión.
Ah, hoy es lunes y el domingo próximo nos traerá sesenta minutos como devolución del préstamo que nos impuso en primavera. No pagará los intereses, no lo ha hecho nunca. Entre unos y otros, se las traen estos hermanitos septillizos.
Que divertido 😃
ResponderEliminarEsos subconscientes...
ResponderEliminarMi sueño recurrente es que estoy despierto; por eso cuando me despierto no sé si sigo dormido soñando que estoy despierto o estoy despierto pensando que estoy dormido........ Mira; mejor lo dejo. Estupendo y simpático relato,Mobby.
ResponderEliminar🥰🥰🥰
Lo consultaremos con Calderón...
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