" LAS ESCASAS VIDAS SINGULARES"


Llegar a este mundo, deseado o no ( la llegada como el mundo) es lo más complejo que nos va a pasar en la vida. Porque tanto la vida como el mundo son  recorridos largos, curvos, estrechos, pantanosos, con muchas carreteras secundarias que, pueden derivarte a autopistas, autovías y/o a precipitarte cuando pierdes el control dando volantazos sin frenos.

Los hay con suerte y llevan consigo un manual de instrucciones que les conduce hacia delante en caminos serenos y poco curvados. Otros lo pierden y modificarán sus rutas ciento ochenta grados, sobre la marcha, porque encontraron en esa pérdida el final de su búsqueda.

A otros tantos, se les da un gran vehículo, automático, no han de pensar objetivos, todo serán herencias no ganadas y, si les sobreviene un apagón (nunca conocieron las velas),  les llegará la nada y comenzar desde menos cero hasta ver la superficie y decidir por sí mismo su trayecto.

Los más perdidos son los que carecen de mapas emocionales. Dan bandazos, a diestro y siniestro, apegándose al que tiene más cerca hasta avistar nuevos rumbos haciendo autostop mientras les dure la gasolina y funcione la batería. Los llamo indocumentados, ilegales, sin papeles ni identidad. Son camaleónicos y su color favorito es el que pasaba por allí.

Y existen, también, los que viven sobre una gráfica de sierra cuyas ruedas giran según los vientos o las ocasiones y la dirección no es un cálculo sino  un vínculo emocional que le atrapa el corazón y decubre que, más allá de los caminos disponibles, existía otro, el SUYO, el que tanto añoraba y que, por fin, se vislumbra el cartel de BIENVENIDOS y la pasión lo embriaga en ese mundo demasiado perfecto que lo asusta y escapa con sus miedos hacia casas de acogidas donde el amor está en off y su refugio es llano, sin altibajos, porque el dolor se esconde bajo el manto plano que le abriga con sopas insípidas donde nunca el caviar hará acto de presencia.

Es al final del camino cuando haces balance de lo que fue. La libertad estaba ahí, pero también las cadenas y los grilletes que te ataron y esa llave perdida con los años cerrándote la puerta del ayer.

Vidas singulares que se mantienen o  se encaminan hacia la pluralidad de ser uno más, un invisible entre tantos iguales, derrotados y sin marcha atrás.

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