"JOKY, SIEMPRE EN NUESTRA MEMORIA Y MÁS ALLÁ"


En un extraño triángulo del que todos huíamos a partir de las siete de la tarde los veranos, ahí estaba Él. Era el espacio donde el sol se proyectaba con furia hacia una esquina de la cocina, liberando al resto, y resultaba insoportable ni tan siquiera pisarlo. Amaba el sol y el calor. Sin embargo, los duros días de invierno tampoco se quejaba; todo para él estaba bien. Amaba sentarse con alguien al lado, tal vez, como protector o protegido. Sus ladridos sólo los propiciaba el ring ring de alguna visita o su momento de espera a su platillo gris mordisqueado con su ración de comida. Sus saltos por llegar a él eran su nerviosismo momentáneo y que terminaban con su puesta en el suelo donde devoraba hasta lamer la última mota de ese gris ahora brillante. Y esa fue la señal de que algo no iba bien. Esa mañana no quiso comer, ni tan siquiera el paté reservado para días especiales. Algo no marchaba como siempre. Tampoco ladró con el timbre, su cuerpo cansado no le permitía ser igual. 

Yoky formaba el trío más integrado de esta historia. Él era el bonachón, el abuelito cuidador de sus hermanos Zeus y Happy y del resto de su familia humana. Era despistado, su tranquilidad le quitaba, más de una vez, esos pequeños trozos de piquitos cuando se los repartía a la hora de mi almuerzo y que llamábamos tapitas. Pero, su tardanza siempre tenía su recompensa, le guardaba su parte y bien contento que se ponía.

Fue el segundo en llegar a la casa. Zeus ya vivía allí. Pronto formaron familia de juegos y compañia. Años más tarde, se agrandó un poco más con el pequeño Happy. Era un trío inseparable, hermanado y acompasado en sus pasos y costumbres. Aceptaban los cambios y nunca protestaron cuando nació la otra familia con Dada y Javi. 

Joky era el más voluminoso en cuerpo, su tamaño de carlino sobresalía entre un bichón maltés y un yorkshire, pero se almoldaban en una sola cama los tres dejando las otras dos vacías. Se acurrucaban matemáticamente formando una figura única entre ellos. Jugaban al pilla pilla sobre el sofá prohibido y saltaban al suelo cuando llegaba la autoridad sin enfados y muy obedientes. Ya habían cumplido con su momento mañanero y satisfechos quedaban hasta el día siguiente.

Amaba la quietud, se pasaba horas mirando fijamente en su rincón de cristal que daba al jardín o, cuando podía, en la esquina del sofá. Con risas, se le decía "figurita de navidad" por su estática estancia sin moverse del lugar y adornar el espacio con su presencia. Cuando necesitaba ir a su baño particular, se sentaba frente a la puerta de la terraza, acondicionada para ellos, en espera de que nos diéramos cuenta de sus necesidades y poder salir a ese exterior que lo esperaba con urgencias.

Han pasado unos días, pocos aún, pero sabemos que no será el tiempo el que nos alivie de este dolor. Se nos ha ido y el duelo es muy difícil de superar. Un perro no es sólo un animal, cuántos humanos deberían parecerse a ellos. Joky era bondad, generosidad, empatía, hermano, compañero, amigo y, por encima de todo, una parte de nuestra familia: UNO DE NOSOTROS y, cuando esa unidad se rompe no se rehace, se le guarda su espacio eternamente en nuestra memoria que nunca dormirá para su recuerdo.

  !!!JOKY, DEMASIADO PARA OLVIDARTE!!!

Comentarios

  1. Anónimo4/7/25, 8:59

    Era mi compañero inseparable en mis visitas a la familia.
    ( Nicasia)❤️❤️❤️❤️❤️

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  2. Anónimo4/7/25, 9:56

    Siempre seguirá con nosotros, era único e irremplazable. Dejaste huella en todos nosotros. Te queremos mucho.

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