HISTORIAS DEL AYER, DEL HOY Y ¿DEL MAÑANA?
"CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA" es un poema de RUBÉN DARÍO escrito en 1905 y del que nace el famoso verso: JUVENTUD, DIVINO TESORO. Y, yo, hoy pongo mis esperanzas en esa vida naciente de cuya existencia dependerá que el mundo se humanice y derrote la barbarie que lo envuelve en cada uno de sus giros hacia el desastre que ya está aquí enseñando los pies y mostrando el resto de sus cuerpos sin cabeza.
Nací en 1960, la dictadura daba sus últimos coletazos con un Franco agonizante que murió matando. Pocos meses antes de su anhelada y justa ida, fusiló a cinco condenados sin un juicio contundente y limpio (canción "Al alba" de Luís E. Aute). Debían rodar cabezas para demostrar que aún era el mismo monstruo y no le tembló el corazón a pesar de que el mundo exterior nos bloqueó por ejecutar la pena de muerte.
La transición no fue tan idílica como se contó. La derecha rancia que aún permanecía aclamando a su caudillo por sus privilegios otorgados y robados al pueblo, nunca aceptó esa pérdida ni la igualdad de derechos y deberes que nacían con la democracia. No fue sólo una clase social la que reclamaba lo que creía suyo, también, su política gestionada durante esas cuatro décadas en la que tantos camparon a sus anchas con sistemas neoliberales que favorecían a las alturas y despreciaban a la base, al pueblo que sobrevivía con esfuerzo, sin derechos y, sobre todo, en silencio. De la mujer, ni hablamos, no tenía palabra ni más visibilidad que la de su cuerpo para use y disfrute del varón que le tocara en suerte o en desgracia. Y, por supuesto, para engendrar hijos cumpliendo la campaña orquestada por el régimen de dar vidas por y para la patria.
Y, hoy y ahora, tenemos la juventud dividida: la que está concienciada con la libertad que tanta sangre derramó hasta conquistarla y la otra, la que ignora lo que fue esa larga posguerra de silencios, miedos, muertes y mucha hambre. A esta, a la que vive en la absoluta ignorancia de quién fue ese personaje siniestro, asesino de sueños y de vidas agónicas de libertades y derechos, el profesorado tiene la obligación moral, desde la transversalidad de todas las materias con una objetividad cristalina sin la pretensión de adoctrinar, de mostrar a esos jóvenes que no conocen lo que se vivió y sufrió la juventud de hace cincuenta años en pro de los derechos humanos para todos los que vendríamos después.
La juventud no puede permitirse tirar a la basura esa lucha y esas muertes que vinieron de los intentos y que se quedaron como falsos suicidios o ataques cardiacos que así fueron muchos de los certificados de defunción firmados para justificarlas.
Queda poco más de un trimestre para finalizar este curso académico y, como es habitual, esa parte de la historia quedará olvidada también en la supuesta programación sin cabida en el tiempo material.
Profesores y profesoras, docentes en general, aparquen temas que tienen cabida en otros momentos y trabajen la historia del siglo pasado desde la verticalidad y sus consecuencias que nunca murieron y como zombies salen de esas tumbas mal cerradas hacia los vivos. Repetimos, casi con cálculo matemático, los mismos hechos de hace cien años. Años olvidados por una juventud que nadie les contó y que va por el mundo gritando sin saber lo que entrañan sus palabras y sus hechos.
La clave para entender el presente está en comprender qué y por qué transcurrió la barbarie del siglo XX. Y sigo opinando que todas las respuestas están en él.
JUVENTUD, DIVINO TESORO: EL MUNDO, SUS DERECHOS, DEBERES, JUSTICIAS Y LIBERTADES ESTÁN EN VUESTRAS MANOS. SOIS LA ESPERANZA Y EL FUTURO.
Pd.: Me declaro aconfesional, no sigo ninguna religión; no obstante, siento un gran respeto por Francisco, el Papa que ha regido a los católicos estos años. Y en su momento de agonía que está viviendo es muy importante no olvidar su legado. Es y ha sido el único pontífice que ha hecho suya la lucha por la igualdad social, de razas, de géneros, de sexo apoyando con justicia a los homosexuales, a los pobres y a sus miserias e, incluso, avisando a los que van en contra de la diversidad en cualquiera de sus estamentos. Es, en el bueno sentido de la palabra, BUENO (como diría Antonio Machado).
Voy a España con bastante frecuencia desde hace más de 40 años. Aseguro que había más libertad en los años 80 que ahora.
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