"UN PAÍS DE CONTRASTES: SOLIDARIDAD VERSUS EGOÍSMO Y ENVIDIAS"
Que somos un país dividido en valores y fragmentado en bandos ideológicos es una clara evidencia a tenor de lo que vemos, oímos entre ciudadanos de a pie y en la política. Esas dos mitades irreconciliables que habitan España y no perecen con los tiempos sino que se acrecentan cada hora.
Somos contrastes en una balanza donde el equilibrio se la juega e impide definirnos cuál de las dos partes es la que prevalece y nos hace más grandes o mediocres.
Brillan los valores cuando estalla una desgracia y el pueblo se vuelca en ayudas con generosidad y lo da todo sin pensar en lo que da. Lo hemos comprobado en los últimos tiempos donde la desventura ha presidido catástrofes en la que vecinos y forasteros han aliviado penas y hambres y nos regalan orgullos de ser de nuestra tierra.
Simultáneamente, estalla la otra mitad, esa que reprocha que se ayude a los necesitados que lo son siempre porque sus carencias nacieron con ellos y piden socorro para sobrevivir como personas que les falta de todo, pero no el sufrimiento de sentirse excluídos por nacer en otro espacio a pocos o muchos kilómentros de nuestras fronteras. Y viene el escándalo y la repulsa por recibir ayuda gubernamental para que comiencen una nueva vida y encuentren el sustento y la dignidad como uno más de nosotros.
Ahí gritan los egoísmos y las envidias, y brota a gritos la horrible palabra: PAGUITA. Echan en cara, vomitan y escupen esa rabia porque sienten que los destronan y le quitan lo que sienten que sólo pertenece a quien ha contribuído con sus impuestos y debe quedarse en casa.
Y aquí llega la paradoja:¿cuántos de los que se creen propietarios de nuestras arcas públicas no declaran todos sus ingresos y sus dineros son más negros que las pieles de los que rechazan? Son estos, curiosamente, los más ofendidos por esos euros que dicen que les roban los del otro lado del charco o de la roca del sur.
Sólo los que ignoran la historia, la nuestra, por no documentarse ni indagar en las vidas de nuestros familiares dos o tres generaciones anteriores, desconocen la realidad de lo que vivieron durante el golpe de estado del 36 (no guerra civil ni fraticida). Los que pudieron, a duras penas, salir hacia un exilio allende los mares, más que a nuestras fronteras físicas, fueron acogidos con nuevas vidas que les permitieron labrarse un futuro con mucho esfuerzo y constancia que no habría bastado si las puertas no se hubieran abierto para ellos.
Las "paguitas" no son sueldos vitalicios, ¡entérense!, sino ayudas temporales para que pongan su primera piedra y ellos, el resto de las paredes.
Se intenta que la persona no sea sólo un cuerpo que abulte, sino un ser humano igual que el resto en derechos como la supervivencia y la dignidad.
No quitemos el pan a los que no tienen ni un mendrugo. Démosle la caña y enseñémosle a pescar. Porque sin esa caña, nunca les llegará el pez.
¡¡¡UN MUNDO SIN FRONTERAS, NI RAZAS. UN MUNDO PLURICULTURAL. UN MUNDO DE ARCOIRIS SOBRE UNA BANDERA BLANCA!!!
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