“VUELA, MANUELA, VUELA”

 


Al igual que el cava y las uvas, el primer día del año nos trae las innumerables colecciones de muchas editoriales y de las que creo que solo se vende el primer volumen (vienen acompañadas de una oferta tentadora y servirán para saciarnos y no continuar con el siguiente): cursos de inglés con mágicos métodos cuyos resultados serán "milagrosos"; clases de pintura, de croché, maquetas para montar a cuentagotas…;a la par, llegan las rebajas; los febreros vienen, también, con lo suyo y marzo, abril…y de vuelta a la navidad. Demasiados dejà vu. La vida está tan escrita que resulta refrita. Desgraciadamente, los guiones solo se alteran por situaciones dramáticas. La pandemia nos obliga a incumplir los “presuntos preceptos” desde que arribó a nuestras vidas. El mundo se ha rebelado por los cambios o pérdidas de sus hábitos más que por los estragos ocasionados por el huracán pandémico.

He visto a gente llorando por no poder acudir a cenas de nochebuena; pataleando por estar prohibidas reuniones nocturnas, lamentando que no haya feria o romería en su pueblo; esquivando a policías por haberse saltado el confinamiento..., y todo esto y mucho más, simplemente, porque le han alterado o mermado su "derecho" a mantener el esquema de "obligado cumplimento" por sentirse violado  con esas ausencias impuestas a cambio de la salud mundial. 

En 1936, estalló la guerra civil. Antes, durante y después, hubieron navidades, y juventud..., pero, vinieron acompañados de bombardeos, matanzas, hambre, persecuciones, cárcel y ejecuciones. ¿Cómo olvidarse de algo tan reciente?. ¡Qué vacíos hemos quedado por dentro!. No hemos aprendido nada porque no nos preocupa la historia, ni los hechos, tan solo, que no nos prohíban vivir y convivir con  nuestras pautas  o, de lo contrario, nos sentiremos terriblemente desgraciados (telediarios comenzando con imágenes de personas que tuvieron que cenar solas por contagio o cuarentena; ¡qué notición!; ¿y los que no tuvieron nada que llevarse a la boca esa misma noche?, no, eso no es noticia de primera plana, no es ni tan siquiera una noticia...)


En ninguna ecografía prenatal, se observa que el feto pueda tener más apéndices que los de sus manos y sus pies; hay otros que pueden incorporarse a nuestro cuerpo pero hay que querer ganárselos; sí, me refiero a las alas. No vienen de serie, se consiguen con la voluntad de querer ser diferente al resto que sigue al rebaño cada sol y cada luna. Para poder volar, se necesita y, es imprescindible, ir ligero de equipaje y sobrevolar por encima de las creencias y de las carencias humanas. Te llamarán raro e, incluso, que estás fuera del protocolo social por saltarte e incumplirlo. ¿ser extraño, ser diferente? benditos adjetivos. Quiero mis alas, quiero volar.



Comentarios

  1. Yo también quiero volar!! De nada me sirve hacer cada año lo mismo una y otra vez por imposición.
    Necesitamos mirar más allá y ver lo que realmente es una desgracia.
    Maldita la hora en la qué se impuso la que todos tenemos que ir como borregos:"grandes comilonas, casas abarrotadas de gente..."
    Mis mejores Navidades comer lo que me apetece con mamá!!
    Lo bonito es volar y aceptar que la vida, la Naturaleza, el Universo sigue su curso en lugar de nuestras costumbres que se repiten día tras día.
    Démosle importancia a lo que la tiene.
    Y seamos empáticos con las verdaderas desgracias.
    Esta Manuela quiere volar!!!

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  2. Muchas pamplinas que tenemos encima.

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  3. Muchas pamplinas, muchos miedos , muchas costumbres, muchos tabúes y mucha inercia. Mucho equipaje! Y lo que pesa!!, que cada vez que nos hacemos los valientes, no llegamos ni de aquí a la esquina

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