MICRORRELATO: "CON UN BESO Y UNA FLOR"

 

Toda mi familia le hablaba a las flores y ellas le contestaban. Mantenían diálogos profundos hasta llegar a sus raíces. Su comunicación era fluida y fresca y alegraban a esos patios que adornaban entre palabras y olores por igual. Así lo vivió mi abuela, mi madre, mi tía, mis hermanas y mis vecinas. Creí ser adoptada: jamás crucé con ellas ni unos buenos días. Sólo un seco adiós cuando se marchitaban. Les daba un entierro digno, sencillo, y sólo me decía: un tiesto menos. Mientras tanto, otros vigilaban su salud y las hidrataban con amores tiernos que ellas acogían felices del interés que sí mostraban las visitas. 

El verano las hizo sufrir demasiado. Su tristeza se reflejaba en hojas amarillentas dispuestas a caer esa misma tarde en el ruedo del olvido y de la muerte. El coso, expectante, llenaba la plaza vacía de esperanza  y amor. Quería que se tiñera de rojo antes de su adiós. Por vez primera, me dolieron, eran mías pero nunca fuimos nuestras. El espectáculo se tornaba más cruel por momentos. El griterío era grande y el pulgar invertido avisaba de su condena inminente. Los pañuelos blancos iban a salir a escena y, justo ahí, pulsé el botón de stop. Congelé ese momento dramático y con un giro de guion espontáneo, salté al ruedo, las llamé por su nombre, lo tenían. Sorprendidas por oírme, fueron colocándose en un círculo asustado y sentenciado. Una a una las miraba, sus cabezas bajas no se atrevían a mirarme a los ojos. Las vi tristes, nunca les di un beso de buenas noches. Era el momento, lo recibieron y reaccionaron con vida. Volví a pulsar, esta vez el play. La gente esperaba una tarde roja y la tuvieron: rosas rojas vistieron la tarde. Y todo, por un beso.  

Comentarios

  1. !Bravo¡, Las plantas nos dan vida y nos la alegran.
    (Nicasia)

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  2. Ohhhh. Que pena que Nino Bravo no ha podido leer tan tierno y reconfortante relato. O quizás lo pueda leer. ¿Tú que crees?

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