"UNA BUENA TARDE LA TIENE CUALQUIERA"

 

Diferenciar lo bueno de lo malo, lo que está bien de lo que no lo está se basa en principios de la mente y, sobre todo, del corazón. Existe una innegable objetividad hacia el sufrimiento ajeno, se percibe desde el exterior viendo esas circunstancias que no las querrías para ti mismo. Esto debería ser suficiente alarma para valorar esa situación y sensibilizarnos ante ella de que estamos frente a algo negativo y definirlo con su etiqueta correspondiente del bien o del mal. Pero no basta con esa visión que lo catalogue externamente si se queda ahí y pasamos de largo con un leve resquemor que no vuelve a casa en modo dolor. Eso de ver, oír y callar es una defensa para evadirse con excusas de fuga de la realidad de quién piensa que no le afecta directamente y ha de permanecer al margen.

Si sabes de primera mano (por tu propia percepción) que el mal está ganando y lo dejas vivir a sus anchas, ¿ qué parte es la más trágica?, ¿la que ejecuta o la que ignora? El dolor propio y el ajeno se sienten cuando lo ves a través de los espejos que reflejan lo que está pasando fuera o dentro de ti. Si te miras en él, verás que va más, mucho más allá de tu imagen tan conocida. Obsérvate hasta que llegues a ese alma y pregúntale si, después de lo visto afuera, puedes estar tranquila/o y en paz porque pensabas que no iba contigo. Si ella te hablara, ya estás en el camino, tu conciencia se está despertando de ese largo letargo en el que yacía indemne. Ella te dará la respuesta a la pregunta que no le has hecho.  

Podrías llevarte una gran sorpresa y ser tú esa persona tan ignorada e infravalorada la que te encuentres en esa no búsqueda voluntaria pero puesta delante de ti para que te enfrentes a esa realidad evidente dónde tu ceguera amortigua, silencia o distrae ese miedo de conocerte y poner remedios.

No eches la culpa al mundo de tu malestar, de que no es bueno contigo, de que te hace daño..., si no te gusta, arregla el tuyo. Sólo tú eres responsable de tu infelicidad. Defiéndete sacando quién eres y por qué eres así: frágil, débil y el ser más desgraciado del universo... El mundo es lo que es, pero tú también formas parte de él; comienza con tu transformación, la tuya propia y nadie podrá contigo. Nadie te hará daño si reconoces que ese mal es o no es tuyo y que cada cuál ha de hacer lo propio consigo mismo.

Miramos, vemos u oímos pero no nos miramos, ni nos vemos ni nos oímos. Hemos colocado los espejos de espaldas para no hacerlo. Si nos dañan nos dañamos más nosotros que los que no lo provocan porque lo estamos permitiendo. Cuando la conciencia nos habla, debemos escucharla y dialogar con ella. Es el primer paso: conocer que somos capaces de percibir y sentir nuestras culpas y cómo debemos gestionarlas. 

¿Con qué criterios definimos el bien o/y el mal afuera si no analizamos lo que llevamos dentro de nosotros?

Ser feliz o no depende de lo sano o insano que habite nuestra casa, nuestro corazón, nuestra alma, nuestra conciencia. Tener una buena tarde, mañana o noche es cuestión de cualquiera que lo pretenda.

"γνωθι σεαυτόν" (Conócete a ti mismo) aforismo de la Grecia clásica atribuido a Sócrates, a Platón o a Heráclito entre otros. 

Comentarios

  1. Buena reflexión. Un pequeño ejemplo. Los enchufes. Los eléctricos no; los otros. Quién enchufa para un lado es el ser más bondadoso del mundo pero por otro lado es el más corrupto e injusto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Has enchufado en el sitio correcto. Lo has entendido muy bien, querido Emilio.

      Eliminar

Publicar un comentario