"UNA, DOS Y TRES, POLLITO INGLÉS..."
Ella quiso acercarse,
auxiliarlo, abrazarlo
y cuando sólo faltaban dos pasos,
el soldado la avisó:
uno, dos y tres
pollito inglés,
¡sin mover los pies!
Ella le obedeció,
sólo movió sus manos
y el agua, medio derraramada
por el equilibrio,
lo alivió.
Él quiso darle lo que ya no tenía,
huérfano de hijos,
necesitaba ser padre.
Y cuando sólo faltaban dos pasos,
el soldado lo avisó:
una, dos y tres
pollito inglés,
¡sin mover los pies!.
Él acató la orden,
se tiró a la tierra batida,
su boca llegó a su mejilla
y lo besó.
El señor mayor
puso su hilo de voz
y cuando casi llegaba,
un soldado lo avisó:
una, dos y tres
pollito inglés,
¡sin mover los pies!.
Él acató la orden
y apenas le llegó
"su érase una vez..."
que le bastó para soñar.
La señora mayor,
ciega de llantos,
buscaba sus ojos y secarlos.
Y cuando casi llegaba,
un soldado la avisaba:
uno, dos y tres
pollito inglés,
¡sin mover los pies!.
Ella acató su orden
y el viento se alió entre ambos
y el pañuelo llegó.
Ellas quisieron acercarse,
auxiliarlos, abrazarlos
y cuando sólo faltaban dos pasos,
unos soldados las avisaban:
una, dos y tres
pollito inglés,
¡sin mover los pies!.
Ellas acataron sus órdenes
y la mitad derramada
ya era más del triple
la que ahora llegó.
Ellos, huérfanos de muchos hijos,
querían poblar sus casas con esas vidas escasas.
Y cuando sólo faltaban dos pasos,
unos soldados los avisaron:
uno, dos y tres
pollito inglés,
¡sin mover los pies!
ellos acataron sus órdenes,
lanzaron maderos entre todos
y en sus ventanas asomaban
las primeras alegrías.
Ellas y ellos querían acercarse,
auxiliarlos, abrazarlos,
movieron todas sus manos
y cuando sólo faltaban dos pasos,
el soldado los avisó:
uno, dos y tres,
pollito inglés
¡sin mover los pies!
Ellos y ellas acataron sus órdenes
y los "érase una vez, ya fueron más de una,
los hilos de voces se cosieron
y una larga cinta de colores
llegó empapada en cuentos
para soñar.
Y la otra mitad se sumó
a casi la otra media,
querían acercarse,
auxiliarlos, abrazarlos
y cuando sólo quedaban dos pasos,
un ejército los avisó:
una, dos y tres,
pollito ingles,
¡sin mover los pies!
Ninguno, ninguna acataron sus órdenes
ni pararon sus incontables manos y pies.
En el escenario solos quedaron,
quietos por ese pollito que gobernaba ese mundo
ahora desplumado de balas y miedos.
Los niños, las niñas no atendían ya a voces
que los paralizaran.
Las puertas del gallinero
sirvieron para hacerse bonitas casas nuevas
en el lado mejor del sol y la luna,
de su ciudad, de su país,
de ese mundo, pequeño aún,
dispuesto a que nadie detuviera la poesía
de esa infancia muerta en vida
asesinada por unos cobardes y malditos
gallos de pelea que cuando sólo eran pollitos,
sí les permitieron crecer.
IN MEMORIAM DE ESA INFANCIA QUE NO CRECIÓ.
Que manera tan bonita de plasmar algo tan duro.
ResponderEliminarSiempre, entre los escombros, hay que buscar poesía para resucitar. Muchas gracias, querida Isabel.
ResponderEliminarPreciosidad de poema. ! Cuanta inocencia masacrada! 🥰🥰🥰
ResponderEliminarOjalá sólo fuera una fantasía!!!
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