"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA Y SU INOCENCIA"


Si partimos de la etimología de la palabra inocencia, el prefijo "IN" se puede traducir como NO o SIN; el término "NOCENS" proviene del verbo NOCERE = HACER DAÑO, el considerado INOCENTE es aquel que carece de culpabilidad, de picardía, de malicia y se asociaría con la candidez, la ingenuidad, la limpieza del alma y la pureza.

Nana conocía la esencia pura con la que Dada llegó a este mundo al igual que los demás seres humanos que nacen cada día. Si ser inocente es carecer de culpa, nada ni nadie puede cuestionar que lo sean. Fue decisión de su madre o no, pero nunca de ellos. Ya están en el mundo y, ahora, sí toca protegerlos para que crezcan seguros de quiénes son, independientemente de su origen ni del porqué están; simplemente, están.

Dada, desde su cuna espléndida, observaba el exterior pensando que todos los niños eran iguales en derechos y oportunidades. Que la carencia de lo necesario no existía, que todos eran tan deseados y amados como ella. Que los padres y madres solo vivían por y para ella porque así se sentía desde que nació, con esas toquillas que la envolvían con el calor del amor más grande que se puede tener hacia alguien: los hijos.

No, no era así, solo un inocente puede creerlo. Dada le explicó que traer hijos al mundo era la mayor responsabilidad de una persona, la madre, y, por esa razón, hay que hacerlo desde la seguridad de que se tiene todo el amor del mundo para dárselo. Que su tiempo, durante esa etapa de inocencia, se verá colmado de cuidados y de ternura, que no será un estorbo ni una carga, ni que serán exiliados/as al mundo de las infinitas horas extraescolares para rellenar tiempos vacíos por su ausencia. Los hijos no son muebles para adornar ni coches que aparcar donde haya huecos libres o garajes privados. No. 

Solo si se actúa desde la libertad, la responsabilidad y la seguridad de criar a un hijo podrá este crecer con los valores del amor que le dieron y, este a su vez, repartirlo a los demás. Quedarse embarazada es un hecho, que nazcan o no  es una decisión que solo le compete a la persona que lo lleva dentro y, precisamente, por ser algo tan transcendental, hay que estar segura de si podrá o no llevarlo a cabo. Esta decisión ha de tomarse desde la libertad y el conocimiento de sí es o no su voluntad realizarlo. Me parece la decisión más valiente de una mujer, sea cuál sea el resultado de ella. Una vez en el mundo, ese inocente no tiene camino de vuelta. Entonces, le tocaría vivir con todas sus consecuencias y garantías de que ha llegado para hacerlo, para que lo amen, lo eduquen, lo cuiden, lo protejan y que lo dejen volar cuando ya le hayan crecido las alas y esa inocencia primera se haya transformado en madurez.

Y Nana le explicó a su nieta que solo a ella, como mujer, le correspondía el derecho y la libertad de ser madre o no cuando se convirtiera en adulta y que nunca se sintiera culpable por tomar la decisión que, desde su responsabilidad, considerara la mejor para ese inocente que habría de nacer o no en este mundo difícil para todos los que lo habitamos.

Hoy, 28 de diciembre, se celebra el día de todos los Inocentes, de aquellos que carecen de maldad y de culpa por vivir. Y son muchos, demasiados, los que han sido acusados por el hecho de no ser deseados, por venir siendo errores puntuales de unos momentos a los que no le dieron solución razonable para evitarles la falta de querencia en esa vida inocente. 







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