"CUENTOS DE TEMPORADA: CORTES DE MANGA"

La misión de Lolita, niña espabilada y muy extraña, era la de observar a los mayores; los de su edad les resultaban demasiado aburridos y previsibles. Oía todas las conversaciones de los adultos que estaban al alcance de sus oídos y de sus escondites sin ocultarse porque nunca la veían; pasaba por la vida como un fantasma sin sábana blanca, siempre desapercibida.

Ella sacaba sus conclusiones dependiendo del contexto que ella mezclaba con su mundo y obtenía resultados muy a su estilo, pero siempre coherentes desde sus razonamientos.

Nadie le preguntaba lo que pensaba; nadie le consultaba nunca; era una pequeña convidada de piedra etérea cuya labor era la de escuchar y guardar en su memoria más datos para completar aquellas historias ajenas.

Un día, oyó a sus padres, siempre apurados por llegar a mediados de mes, que llegaba el calor y la ropa de invierno ya no serviría para vestir a la familia. Necesitaban prendas más livianas para sobrellevar la canícula y eso sería muy costoso para sus desgastados bolsillos.

Lolita se apresuró a abrir los roperos y, efectivamente, sólo los rellenaban abrigos, uno por cabeza, y algunos jerseys de lana y camisetas de manga larga. Se quedó fijamente mirando cada una de ellas y encontró una fácil y práctica solución. Fue al costurero de mamá, rebuscó y halló lo que necesitaba: unas grandes tijeras. Volvió a ese armario invernal y comenzó a poner en práctica su plan. Recortó todas las mangas hasta dejarlos mancos, eso le daría la posibilidad de reusarlo en los meses más calurosos que se avecinaban y sin gastar un sólo céntimo. Qué gran idea, pensó. Sus padres ya tenían un problema menos por el que preocuparse. Muy satisfecha, se dijo a sí misma: ¿qué sería de esta familia sin mí?.

Lo que vino después, no me apetece narrarlo. No fue un corte de manga lo que me hicieron, eran demasiado educados para ello...