Son las 3.21 de la madrugada del viernes ¿santo?. La banda de música que acompaña a alguna de las procesiones sigue tocando una tras otra de sus partituras. El gentío que pasa y se sobrepasa es continuo. De entre todos esos sonidos, lo más llamativo y escandaloso para mí, son los llantos de niños que, muertos de sueño, son arrastrados, literalmente, por sus padres. ¿Le habrán inculcado que la pasión se vive desde que se nace? ¿Qué le puede importar a un crío, a esas horas tan molestas, que haya tradiciones ancestrales de obligado cumplimento...? Los he visto, desde sus primeros años de colegio, vestidos de cargadores ( a los  niños) y de mantilla de negro riguroso (a las niñas). Las pobres criaturas entran al juego y participan, de manera inconsciente, ante el clamor y regocijo de sus familiares que son felices por tener un heredero de esos principios sin finales aparentes.  No, no critico  la fe que procese o no cada uno, en absoluto. Tampoco los valores que les transmitan a sus hij

Calderón de la Barca definía la vida como un sueño frenético que la envuelve de ilusiones plagadas de ficciones. Esta visión ilusa nos hace verla bella aun no siéndola; al fin y al cabo, tanto el mundo onírico como el estético viven en nuestros pensamientos y, ahí, el espacio es infinito. La felicidad solo tiene vida en ese lugar, más cercano al espíritu que a lo material o físico. Vivir desde la irrealidad es la garantía de que nadie puede robarte tus sueños. Habitarlo es sinónimo, contradictoriamente, de pisar suelo firme del que puedes despegar hacia vuelos sin límites y sentirte dueño de tu universo. El sueño se desvanece en el momento de materializarse; si es tangible, ya es real. Pasar de un estado etéreo a uno palpable por los sentidos externos es el despertar homicida de tu mundo ideal. La realidad lo mata sin piedad. ¿Hay que vivir de espaldas a la realidad? no, evidentemente, no. Sería una visión demasiado prosaica de esta reflexión. La realidad es, está, convivimos con ella

  Era una niña cuando tuve la oportunidad, gracias a un descuido familiar, de ver la película "DANZAD, MALDITOS, DANZAD". Nunca me he olvidado de esa historia y, mucho menos de su título; narra la situación de personas hundidas tras el paso de la depresión del 29 en los Estados Unidos. Muchos optaron por dejar su vida en las calzadas; otros, lucharon contra esa miseria a costa de su dignidad y a favor de los desalmados que no dudaron en salir adelante llevándose el orgullo de los caídos en sus billeteras. El espectáculo consistía en ver cuánto aguantan en ese baile maldito cuyo premio les permitiría comer algunos días.  Esta película me dejó huellas. No entendía cómo se sacrifica la belleza de esa manera hasta acercarse al abismo de la extenuación, entre un paso y otro, utilizando sus pies para  caminar por la vida el día siguiente. Siempre fui amante del baile, de la expresión corporal, de esos pies que hablan por ti, que cuentan emociones desde la ausencia de palabras enten

  En varias ocasiones, me han preguntado el porqué no escribo acerca del colectivo LGBTI. Mi respuesta es rápida y clara: ¿ y por qué no de los heteros también? La sigla universal representa a las distintas identidades y expresiones de género y orientaciones sexuales: lesbiana, gay, bisexual, trans, travesti, intersexual. ¿La heterosexualidad no corresponde acaso a una más de las expresiones e identidades sexuales? Es obvio, por desgracia, que aún hay que seguir defendiendo lo que se considera fuera de la normalidad para los anormales:  voxiferantes  (= todos los afiliados o no, carentes de sentido común y de raciocinio)  que mantienen que el sexo físico determina las emociones, gustos, decisiones y demás sentimientos humanos. La sexualidad no tiene límites siempre y cuando se practique desde la libertad y el consentimiento de los participantes. ¿No os parecería ridículo que en el momento de conocer a una persona se presentara no solo con su nombre propio sino además, con el nombre de

  De las tradiciones, solo me quedo con su dulce sabor, aquello que se disfruta en familia y con muchos amigos. Endulzar la vida propia y ajena, desquitando al mundo del amargor que envuelve lo que no queremos pero, que  es y sin posibilidad de negación, es mi propósito de vida cuando ella nos puede ganar o, al menos, lo intenta. Los sinsabores se pueden adornar y tomarlos bañados en dulzura, compañía y mucho amor; el gusto por seguir renace porque merece la pena, una pena que deja de ser de prisión si tienes la posibilidad de hacerlo en libertad, toda la que la vida te va a permitir, pero que, siempre será mucho mejor,  si va arropada de poesía.  La vida es lo que es, pero su color y su sabor los ponemos a nuestro gusto; cuando consigues el matiz y la textura que necesitas, todo es mucho más fácil; no miras detrás de ellos, ¿para qué?. Esta madrugada, he prorrogado mis dulces sueños hasta verlos y tocarlos. Ha sido hermoso cómo, a partir de unos elementos primarios, sencillos, sin ped

  Delibes describe, magistralmente, la España de la posguerra en su obra inmortal "Los santos inocentes", pero bien podría estar contada desde el medievo y lo que es peor, en la actualidad. El cacique, el señor, el señorito, el terrateniente y sus correspondientes vasallos, siervos, esclavos y servidores están vivos. No, no solo en ese relato, desgraciadamente, también en la realidad del siglo XXI. Quizás, los escenarios sean lo único modificado en todas estas situaciones; los campos ya no son los centros neurálgicos donde se desarrollan estas vivencias. Ahora están por todas partes, Hoy, se les apodan los cayetanos/as y son aquellos que campan y actúan a sus anchas sin temor a sus consecuencias por considerarse inmunes e impunes. Sus largos apellidos son las llaves que abren puertas a negocios negros y cuyos beneficios exhibirán, sin ningún pudor, ante el resto del mundo engañado. El confinamiento pandémico ha destrozado vidas, trabajos y muchas familias y, aún hoy, se sigue

  No, no voy a opinar sobre la que se nos viene encima los próximos días; entre otras cosas, porque esto le corresponde a los cargadores (o costaleros) que han de vivirlo desde abajo. Me limitaré a comentar los efectos secundarios que conllevan estas celebraciones: desde hace unos años, vivo justo en el centro de la ciudad (Cadi, Cadi) y, en el centro de todo lo que se mueve, se mece, se alza y se recoge a su vuelta. Estos daños colaterales los provocan los pasos ajenos con la carga que se echan sobre ellos en cada botella, tamaño familiar XXXL, y que les inducen a moverse, mecerse, alzarse pero, no a recogerse durante toda la noche. Yo, desde fuera de la tradición pero, desde dentro de mi casa, tengo mi particular y personal semana de pasión. Los gritos, cantes (a lo Maluma..., agggggggggg), broncas, peleas, golpes entre ellos y a todo lo que se encuentran terminan haciendo mella en nuestro sueño por lo que tenemos que soportar durante esta celebración paralela y ya tradicional. No ha

  Cuando  tienes una edad, ya entrada en los sesenta y algo, haces balance de muchos tiempos y los clasificas por etapas: La infancia, la adolescencia, la vida universitaria, la de casada y... la de madre. Esta no se deja nunca atrás, la maternidad llega y se queda de por vida. Cuando se emancipan, sigues siendo madre, quizás, más que nunca; tienes tiempo para analizar qué tal lo hiciste y, siempre piensas que lo pudiste hacer mucho mejor. No, no es por castigarte pero, es positivo hacerlo para seguir aprendiendo en este universo tan desconocido cuando lo habitas por primera vez y, en cada una de las ocasiones que vuelves a hacerlo. Entiendes que dejaste muchas historias por narrarle, cuentos por contar, horas de juego sin  participar, tiempos de parque sin pisar..., la falta de tiempo y tus otras prioridades que no te dejaron vivirlo con ellos. Piensas, !qué pena!. Todo pasó demasiado rápido y me lo perdí. Hoy, cambiaría el orden y lo haría justo al revés. La vida es agradecida y te d

 Ni rosa, ni celeste,  blanca, sin duda. Su raíz, tan pura, nació natural. No demos color,  a lo que es libre para amar. Diez lunas te protegen del aire, del hambre y la guerra, tómate tu tiempo de esta deseada espera. Tu cuna en las entrañas te mece constante. tanto que, entiendo no desees abandonar tu refugio rompiendo ese enlace. Nuevas, creciendo o menguantes van tejiendo las noches alumbrando las tuyas, vigilantes nocturnas  de sueños contentos hasta que decidas, salir   a su encuentro. Aún sin nombre, yo te nombro, antes de  que llegue ese otoño, antes de que llegue el alumbramiento. Ya eres, ya existes un espacio infinito elegido en el centro, en un palco de honor, el mismo que fuera escogido, tres dieces antes, para mi mayor amor. Lugar amplio, no temas, si el jardín creciera, que nunca te asusten las primaveras. Las rosas son fuertes,  además de bellas; te engendró la ocupa de mi corazón, la rosa primera, la rosa siempre eterna de amor llena y completa. Aún sin nombre, ya te n

  LA RENTRÉE: Nuevas historias, nuevas reflexiones, nuevas noticias salpicadas de muchas emociones. Nos vemos en pocas horas; en menos de veinticuatro. Os espero, aquí, donde siempre. Gracias a todos/as por seguirme durante mi ausencia. ¡Besos, callejeros!

      NO ME BUSQUES SI NO ME SIENTES, BÚSCATE A OTRA A LA QUE NO SIENTAS. NO ME BUSQUES, NO TE DARÉ MIS RISAS, NI AMORES, NI GRACIAS, SI NO ME SIENTES, SI NO TE SIENTO. NO ME BUSQUES EN LA TIERRA, AHÍ, YO NO SIENTO. NO SIENTO EL SUELO, ODIO LAS PIEDRAS. NO ME BUSQUES EN CUALQUIER TIEMPO, SOLO EN LOS SILENCIOS, YO APAREZCO. NO ME BUSQUES ENTRE ESAS PALABRAS SI NO SIENTES MIS LETRAS. NO ME BUSQUES SI ESTÁS CIEGO, CIEGO DE SENTIMIENTOS. BÚSCAME EN ALGUNA LUNA, ROTA O ENTERA Y HAZ UNA SOLA, LA QUE TÚ SIENTAS. SI ME ENCUENTRAS, GRÍTALO AL MUNDO, GRÍTALO AL CIELO, QUE TE OIGAN LAS ESTRELLAS, Y, AHORA, SÍ, MIS SENTIDOS VOLARÁN A TU BOCA QUE YA ME NOMBRA, QUE YA ME SIENTAS.

  Llegó la mañana de recomenzar mi vuelo sideral; la llamada de otros planetas me hace abandonar el mío por un temporada. Hace tiempo que me esperan y quiero acudir, sin más demora, al encuentro interplanetario. Es un "espacio" enamorado de vida y aventuras de las que no se viven en la tierra.  Serán varias lunas, llenas de soles, las que me mantendrán alejada de la gravitación habitual. A donde voy, no hace falta tener los pies en la tierra; no hay pesos, son viajes ligeros, sin ninguna carga.  Durante mi corta o larga ausencia..., se publicaran algunos de mis relatos anteriores que he considerado, personalmente, como los más entrañables. Se subirán a facebook  y a twiter cada mañana. Espero que os guste mi selección para releerlos o, bien, para hacerlo como novedad por no haberlo hecho antes. La nave me espera con los motores en marcha. Comienza el re-vuelo de Manuela.  ¡¡¡Hasta pronto, amigos!!!

  Según la historieta de ese paraíso del Edén (no confundir con mi Paraíso gaditano), estaba habitado por una parejita: él con una costilla menos, y capaz  de modelar cuerpos femeninos con barro y, ella, trepadora a las parras donde guardaba su vestuario de las vergüenzas, no muy variado por cierto. Dicen que se llevaban muy bien, solo debían quererse mucho, descansar y seguir queriéndose mucho (ah, tuvieron un par de niños, dicen. Uno de ellos, parece que una mijita envidioso de su hermanito y decidió ser hijo único; mal empezamos...). Esos jardines o huertas o ambas cosas, se les concedió en usufructo, no en propiedad. A cambio, solo tenían que apartarse de un arbolito que estaba reservado para alguien que nunca acudía y lo dejaba, por tanto, "plantado", siempre. Estaba de muy buen ver, lleno de frutos (que debieron confundir con el usufructo...).  Un buen o mal día,  Eva se fijó en él y dijo: quiero una manzanita (no una pera, ni un melocotón, ni una naranjita, no...), qui

  En el relato anterior, ya teníamos frigorífico; la lavadora, cocina de butano, fregona, etc. fueron llegando paso a paso, Los trabajos del hogar se iban simplificando en comparación a los  tiempos anteriores. Estos avances llegaban para la mujer. El hombre seguía en su estatus de cabeza de familia, por ser el que aportaba el pan y demás necesidades familiares. A cambio, se le consideraba, el dueño y señor de todo y de todos. En casa, nacieron tres hijas y un hijo. Mayoría femenina. En aquellos tiempos, la hija mayor, una vez terminados sus estudios primarios, debía dejar el colegio y quedarse en casa para aprender y ayudar en los quehaceres. Fue muy llamativo, incluso, escandaloso para algunos familiares muy cercanos, el que mi padre se negara, en rotundo, a seguir con esa costumbre. Él tenía muy claro que sus cuatro hijos debían buscarse su vida a través de una buena preparación escolar y universitaria si estuviéramos capacitados para ello.  La  endeble cartera de un Cartero se vaci

  Estas palabras (pertenecientes a una estrofa de "Coplas dedicadas a la muerte de su padre" de Jorge Manrique en el siglo XV) se han declarado como rotundas a lo largo de los siglos posteriores a su declaración. Gran error, con ellas, nos estamos negando a que el porvenir, aun siendo incierto, siempre es mejorable o no, pero, sin duda posible.  No se puede anular el futuro afirmando que ese pasado siempre será infinitamente mejor a lo que nos queda por vivir. Si este fuera nuestro planteamiento, ¿ qué sentido tendría seguir? Ciertamente, no podemos cambiar lo que ya pasó, fuera o no tan bueno, porque ya no es, solo fue. Yo, desde la lejanía del tiempo, del espacio y del pensamiento de Manrique, puedo, desde ya, alterar esos versos elegiacos: "Algún momento pasado fue extraordinario". Cambiar "cualquiera" por "algún" nos abre un mundo cerrado a nuevas perspectivas. Ambos son indefinidos pero no tan tajantes como el primero. "Algún" no t

  El uso primario e intencional de esta expresión es pedir perdón por alguna ofensa, malentendido o cualquier tipo de falta cometida hacia alguien. La otorgación o no de la otra parte es ya otro tema. El hecho de pedirlo, imperativamente, no  es la más correcta de las formas para hacerlo. Nadie puede exigir ser perdonado; el perdón se concede o no, pero, no con la obligación de darlo, sino solo si lo siente o lo considera oportuno. Es decir, junto con la expresión "¡Perdóneme!", es preciso añadir otra que muestre un ruego en el momento de su petición: ¡POR FAVOR!, !PERDÓNEME¡.  Ah, y un consejo, no pidan perdón si no es desde el verdadero  arrepentimiento; Piénselo antes de dar ese paso y guárdese su demanda para tiempos sinceros si no fuera así. Por otra parte, hay usos secundarios infinitos para la misma expresión donde no se solicita ni se demanda ninguna indulgencia sino conseguir, por ejemplo, la atención de alguien del que necesita algún favor concreto, como una informa

  No me importa a qué hora caen las hojas del estanco árbol que cambia el ayer anciano a la juventud ahora. Ajeno a ti y a todos sin pedidas de mano, casarán nacimientos tempranos. No me miran, no te miran, no son de nadie, solo dueños del tiempo y de cada hora. Son días anónimos, nacen a cero y mueren en la nada de nuevo. Que guardes un te quiero, u olvides un no me quiero, no les duele  a esos amos de los cambios venideros. La hoja seguirá moviendo el aire de los tiempos. Los días se hacen  de nadie. Morirá a las doce, Solo, si un pie, desnudo, quedase bastaría: ya sería alguien.

 Estribillo a golpe de "ALEGRÍAS". Así es el gaditano, el auténtico gadita. Sí, es el que se sabe adaptar a los contratiempos llevando ese tiempo a su favor. Aquí no se piden favores, se regalan. Cádiz es muy grande en muy poco espacio. Todo está cerca de todas partes y, en cambio, se tarda en recorrerla. No puedes ir deprisa, aquí no existen. Prefieres, sin duda, oír las risas y pararte en cada una que convidan a reírte con ellas. Alguien dijo que Cádiz es un museo por sí misma; todas sus calles son salas  con sus exposiciones al viento mostrando sus infinitas perspectivas. Hubo un tiempo, que se alargó unos veinte años, donde un mandato de ordeno y mando y vara en mano, quiso "modernizar" lo intocable. Eso, aquí, es pecado y  de los feos. Nos "adornó" la ciudad con piezas muy extravagantes de dudoso arte. A una joya trimilenaria, donde las fachadas se visten de piedra ostionera y sus esquinas llevan volantes con guardacantones rescatados de navíos centen

  Querer mucho no es sinónimo de querer bien. Querer, enamorarse de, obligatoriamente, debe conllevar sentir admiración por ese alguien. Admiración recíproca. ¿Qué significa?, ¿es la posición social o económica la que nos debe deslumbrar? Nunca. La valoración hacia esa otra persona se mide en base a la posición de sus emociones, de sus actitudes frente a la vida, de su empatía, de su buscar lo mejor de sí misma/o para aportarlo a la otra parte y, por supuesto, a él o a ella mismo/a. Sentir orgullo por tener al lado a un ser con el que compartir sentimientos en igualdad (nadie es más), en confianza (no tener que dar rodeos a la hora de expresar algo o expresarse sin miedos a la reacción de la otra parte). No temer al ridículo, a ser tal cual. Manifestar lo que siente y lo que no cuando lo sienta. Respetar los momentos, los silencios, la intimidad personal e intransferible del otro. Como decía el maestro Sabina: "2 no es igual a 1+1".. Cada uno es uno y, entre ellos, una inters

  Escuché de pequeña, que la "renta per capita" de cada familia se medía, en plan cotilleo desde tu "armacén" abastecedor, por la cantidad de manoletes que se comprara cada día. El manolete era una pieza de pan grande, abultada en el centro y cuyas formas alargadas en sus extremos, simulaban tanto una montera como la nariz de aquel torero al que a todos se nos ha achacado su muerte en algún momento (creo que fue un toro...). Cuánto más manoletes se llevara la compradora (no utilizo el masculino como alternancia, sería chiste en aquel tiempo...) mayor la escasez de alimentos en la despensa. El pan era la base principal, su función consistía en apaciguar el hambre acompañado de algo más ligero y menos consistente. Era el comodín para entrar en la salsa y rebañar todo lo que pudiera hasta dejar el plato vacío y limpio. En las meriendas, con mantequilla o foie-gras, eran indispensables por ser muy económicos y ampliables a cuántos hubiera que llenar el estómago. También

  La nevada no era habitual en una ciudad como Cádiz; tampoco tener las nieves en casa. Cuando llegaron las primeras, no fueron en copos, cayeron en bloques y, no en el invierno frío, sino en el caluroso verano. Un mueble blanco iba a presidir el salón a partir de entonces. No era eléctrico, se nutría del bloque helado que acogía hasta su desaparición, horas después, escapando hacia una bandeja donde lo recogía hasta su salida. Su llegada la hacía envuelta en tela de arpillera marrón porteado en un carrito de hierro y madera, como un bebé recién nacido cuya vida era demasiado breve; la entregaba  a cambio de refrescar las de los demás. No daba para mucho, solo mientras su cuerpo aguantara. Más tarde, llegaron con enchufe y su admisión fue más apreciada. Lo tenía más fácil darlo todo sin hacer nada (como buen enchufado...) Y, por fin, el frigorífico. Con hielo de cosecha propia, sin bloques externos invasores. Él se lo guisaba y se lo mantenía..., Y, ahí llegó la revolución en las casas