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Mostrando las entradas etiquetadas como libertad

"VERSOS DESATADOS: RESPIRANDO LIBERTAD"

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  Trincheras mezquinas de la muerte, te esconden bajo sus alas, matando las tuyas, guerra interminable, batallas continuas, de paces prometidas olvidadas tras mantos viejos que no abrigan; demasiado frío, demasiado hielo. Banderas blancas teñidas, teñidas de antiguos sueños, disfrazan verdades, adornan mentiras de puro miedo. El aire se para, se para el mundo, traed cuchillos, traed espadas, cortad amarres, liberad almas. Vientos nacen hacia tierras sanas, ciudades de la luz visitadas, renacientes llamas,  quitan cadenas de esa muerte temprana. El viento ya anda, el viento ya vuela, libertad soñada, ahora eterna, ahora liberada.

"VOXIFERANDO NUESTRA RUINA"

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  *Mal aprender nuestra historia es muy peligroso. Ignorar los hechos y sus protagonistas conlleva vivir sin reconocer lo que se aproxima sin ninguna alerta. Decía Eugenio D´Ors que la vida es el péndulo de un reloj que va y viene ( de extremo a extremo) por lo que las épocas están condenadas a repetirse en ese vaivén. ¿ A ver, no hay nadie que pueda parar ese maldito reloj, sí, ese que, supuestamente, decide nuestro futuro según esa teoría?. Tan fácil como usar una de nuestras manos, podemos lograrlo. Echar mano a... la RAZÓN, así de fácil. Deberíamos cuestionarnos nuestras verdaderas prioridades como seres humanos y, por ende, razonarlas. Si se nos preguntara qué es lo más grande que nunca desearíamos perder, no me cabe duda de que la respuesta sería: LA LIBERTAD.  Su ausencia no solo habita las cárceles, ¡No!. La libertad se pierde cuando no se nos permite PENSAR. Para hacerlo, es fundamental razonar cualquiera de las opciones que se presenten en cada etapa de nuestra vida. Ser libr

"NUESTROS MIEDOS"

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  Nuestros miedos, solo son nuestros, los creamos para protegernos de más miedos. Paradojas de la vida. Nos marcamos unos límites en donde creemos que está el abismo por el que nos vamos a precipitar al vacío y pensamos que, con este cortafuego, estaremos a salvo. Parto de que los miedos nacen de recuerdos traumáticos del pasado y de la incertidumbre de lo que está por venir, de lo desconocido y de cuando esto se vuelve oscuro ante nosotros. Nos olvidamos, pues, del presente, de vivirlo con la libertad de experimentarlo limpiamente, sin prejuicios, a solas con él. Los miedos son alarmas, y eso está bien, pero se deben usar para aprender desde ellos. Nos alertan, pero no para evitarlo sino para conocerlo y reconocerlo después. Son enseñanzas que añadimos a nuestra memoria y a nuestras emociones. No deben ser paralizantes porque nos ganarían y quedaríamos derrotados para seguir en el camino de nuestra vida. Todo lo nuevo nos hace dudar de su eficacia, y esto es bueno. Es el momento de ha

"MI VOTO A LA MÁS GRANDE"

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 Mi súperhípermegamuymejor amiga Mana (Ana para el resto) me comentaba hace un momento que hay que dar rienda suelta a nuestros gustos (también, si son disgustos, por supuesto) sin tapujos de lo que piense el resto cuando se entere. En concreto, me hablaba de la música. En muchas situaciones, da reparo decantarse por algún estilo o intérprete en concreto por temor a que te tilden de antiguo o de hortera o, simplemente, porque no sea conocido en la actualidad. Proclamo, de nuevo, la libertad individual para elegir lo que se desee y el respeto por hacerlo. Salir del armario es respetarse a uno mismo en un sentido amplio y completo. La música, en particular, va acorde (qué bien va este término aquí) con las emociones personales como no podría ser de otra manera. Cada uno la siente según lo que le despierte o le haga soñar y sentirse bonito. No todo es estar al día con lo más top del mercado aunque, en este campo, también funciona como en el resto: usar y tirar (ayer, Kiko Rivera dijo habe

"!BIENVENIDOS, 61!"

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  Tenía apenas 10 años cuando pensaba que, el día que cumpliera los 40, ya sería poco menos que una abuelita, vestida de negro y con el pelo cano.   Nací en 1960, casi recuperados de la posguerra, pero esta dejó huellas y marcas en todos los que la sobrevivieron. El hambre, la pena, la muerte y los muchos muertos no desaparecen en 20 años, ni tampoco se olvidan en 80. Recuerdo ciudades grises, no en fotos sin color, las veía a mi alrededor y, también, las personas tenían ese aspecto, solo ese, al que  acompañaba el negro en muchas ocasiones; por desgracia, por tantas desgracias. Varias décadas después, hemos cambiado el exterior,  los colores oscuros por infinitas variedades; nuestro aspecto ya no se corresponde con el de nuestros padres y abuelos. Ellos fueron los protagonistas; nosotros, herederos de sus historias. En cada familia se dejó un legado según lo vivieran y lo sufrieran.  Hoy, cumplo 61, y puedo decir que ya no temo a nada, ni nada me asusta pero solo en lo referente a mí.