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"PORQUE TAMBIÉN HAY DÍAS BONITOS..."

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  El día no se compone de veinticuatro horas ni de minutos ni segundos, no. Esos solo son cálculos matemáticos de medición oficiales del tiempo. Los días se nutren de instantes, sin tiempo fijo, van y vienen, no suelen quedarse, tienen prisa para volver. No es necesario hacer balance cuando llega la noche y, supuestamente, acabó ese día. Si ese instante aún permanece, el día sigue vivo. A veces, muere mucho antes de que aparezca la luna si ese momento pereció con él y, de pronto, amanece y sale el sol por dónde menos te lo esperas. Tenemos el privilegio de resucitar, de renacer, de morir infinitas veces en esas horas marcadas llenas de luz por los astros y las estrellas. La bipolaridad no debe aplicarse a esas veinticuatro horas; no existen días buenos o malos. Más preciso, en todo caso, denominarlos multipolares, porque el tiempo es así, una noria en continuo movimiento de la que no te puedes bajar sin riesgos. Haz de ir a su ritmo, dejarte llevar y no luchar contra ella. Al fin y...