Cada vez tengo más claro que nuestra existencia se debate entre la paz y la guerra, el odio y el amor. Esa bipolaridad se manifiesta en cómo nos tratamos a nosotros mismos y a los demás. El punto de partida es el Yo y lo reflejamos hacia el otro para sacarlo y verlo en el exterior como cuando lo hacemos a través de un espejo. Que existe el bien tanto como el mal son hechos indiscutibles. No, no es el mundo, somos los humanos quienes lo aportamos porque los traemos de serie. El ángel y el demonio conviven y luchan encarnizadamente para ganar batallas y, a veces, la guerra. Cuando una persona se deja  arrastrar por otra que solo le aporta la NADA, porque todo lo malo ha de ser aniquilado y dejarlo morir, es ella misma la que se está manifestando desde su más oscuro rincón de emociones contenidas y su necesidad de exteriorizarlas le hace dirigirlas hacia un ser que las personifique y, de alguna forma, las pueda ver y tocar para engañarse con aquello de que, por fin, ha encontra...

  He cogido prestado este verso (no es solo una frase) del maestro Sabina para titular mi relato de hoy. La tengo escrita en mi pizarrita particular, al lado de mi ordenador, desde hace un tiempo. Ella resume toda una filosofía de vida contra la muerte y el dolor y a favor de la PAZ. Estos seis elementos que la componen elevan la PALABRA a lo más alto entre los seres humanos: el DIÁLOGO.  Recuerdo una de las celebraciones del día de la Paz con mis alumnos, donde elaboramos una gran pancarta con esta frase: "NO PEGUES, HABLA". Era tan simple y tan directa que surtió efecto calándole dentro de ellos. Hay más de tres mil lenguas en el mundo reconocidas. No dudo de que la palabra PAZ esté incluida en todos sus diccionarios. No es solo una palabra, es la PALABRA. El mundo se construye o destruye en función de su presencia o de su ausencia. El uso de la palabra entre las personas es fundamental. No, no se trata de que siempre estemos de acuerdo sino de deshacer los desacuerdos a tr...