En  menos de dos semanas, el jurado popular  dictará sentencia. Es imprescindible que no sean los "doce hombres sin piedad"  quienes se pronuncien sin que, previamente, tal y como ocurre en esta brillante obra teatral, del estadounidense Reginald Rose, pasen por un proceso en el que las reflexiones individuales les va convenciendo de que estaban en un gran error con respecto a lo que pensaban inicialmente. Uno a uno cambia su voto según transcurren esos minutos en donde la libertad era denegada por la ausencia de razones basadas en la verdad que tenían delante de ellos pero que, o bien por obstinación, ceguera, falta de compromiso y de dedicación a buscar y a ahondar en la verdad, les conducía a cometer un gravísimo error en el que la libertad sería la verdadera condenada. Esos minutos dramáticos son los que nos marca el reloj hasta el próximo domingo 23 a las 9 horas de la mañana. Será un juicio abierto, libre en sus comienzos y hay mucho que reflexionar para que, a su térm