"CASA EUSEBIO" Y "ER QUE FALTABA"
De vuelta a casa del colegio al medio día y hasta la entrada de la tarde, tenía un par de horas para comer y regresar con el rezo del rosario que ocupaba un buen rato entre tantos misterios gozosos, gloriosos y algún que otro acabado en -oso. Yo me acostumbré a practicar el play back, y abría la boca al compás del resto y debí hacerlo bien porque nunca me pillaron; a otras, sí. Durante ese par de horas libres entre las sesiones de la mañana y la tarde, era la encargada de comprar el pan y algún que otro mandaíto olvidado. En mi barrio, había dos tiendas a las que, por aquí, llamamos 'armarcén'. Entrar en ellos, era hacerlo en otros mundos, en los de cada cliente; mientras esperabas que te 'despasharan'...; el pan llegaba sobre esa hora, mejor dicho, durante esa hora, y ese espacio de tiempo daba para mucho. Al principio de ser asignada para ese menester, acudía a "er que fartaba"; tenía dos puertas, una para las mujeres y sus compras y, la otra, para los hom...