Sentirte afortunado es sinónimo de que la diosa fortuna se fijara en ti para regalarte el don de valorar y poner en práctica el amor. Si tienes la dicha de esa probabilidad, tienes una vida completa, no le pidas más a ella. El desamor siempre será inferior a su gran enemigo y contrario. Sentir amor para darlo y recibirlo es un acto de generosidad para ambas acciones. Saber que eres capaz de llevarlo en ti, de respirarlo, de conocerlo es tan grande como el poder repartirlo y recibirlo.  El amor viene incorporado de serie con nosotros; abrir y sacarlo de nuestros corazones depende de muchas circunstancias que no siempre se muestran a favor de esa apertura. La familia en la que naces o perteneces tiene esa primera llave maestra: el recién nacido se mimetiza con quienes le rodean y repetirá y sentirá en su alma esas conductas que lo demuestran. A partir de ahí, ya tienes una gran parte del camino trazado; continuarlo es pasear. Si, por el contrario, no te allanaron el suelo en esa etapa

Como dice mi gran amigo y maestro Manolo Casal, filósofo y catedrático de esta materia (aunque ahora jubilado, sigue sentando cátedra con sus sabias palabras, certeras y precisas): El amor de pareja es solo una pequeña parte de lo que podemos dar cada uno de nosotros al mundo. El amor es GENEROSIDAD en el amplio sentido en que se pueda entender. Si no existiera,  no sería amor. Lo primero es serlo con nosotros mismos, darnos lo que nos merecemos, sin ignorarnos o sin aceptarnos; dedicarnos tiempo para conocernos. Solo de esta forma estaremos preparados, con nuestro corazón lleno, para repartir el amor a los demás. Hacer el amor, con el sentido restringido que se le da, también depende de la generosidad del uno hacia el otro; pero, hacer el amor "de amplio espectro" va mucho más allá. No es necesaria la reciprocidad, no hay que esperar a que te lo devuelvan para encontrar tu satisfacción. Dar no es entregar lo que no quieres, sino dar lo que tienes y amas porque sale de ti y q