Cuerpos desacerados  de muchos inviernos, con otoños previos de hojas caducas, van mostrando su tronco al viento. Veranos ardientes quemaron ramas felices y otras, no tanto, asoman sus grietas  que marcan los años.  Ahora esperan milagros y siguen a la espera de esta inesperada primavera. El sol se esconde y duda si aparecer en este bosque. Teme quemar esperanzas en las nuevas hojas asustadas por si se agotan. Frutos malditos brotan envenenando raíces distraídas, sin mirarse al espejo  para no verse. Débiles carcasas se transparentan sin remedio, entrarán, quizás, en largo sueño. No te duermas aún, aún estás a tiempo.