MICRORRELATO: EL SUEÑO EXTRAVIADO
Las horas permanecían insomnes, Morfeo las abandonó una noche sin avisar y nadie sabía dónde estaba. No pudieron dar el aviso a las autoridades hasta pasadas las primeras cuarenta y ocho horas. Un tiempo precioso que le dio demasiado margen para esconderse sin llamar la atención. La gente lo justificaba por el cambio de estación durante esos dos días primeros y quisieron sustituirlo a base de la química farmacéutica. Pronto las boticas quedaron desabastecidas y el problema pasó a mayores. Las persianas de los párpados no se bajaban, la mente no encontraba rincón alguno dónde sentarse, las camas intactas, las cunas también. El mundo deambulaba arriba y abajo y de abajo arriba. Nadie quería permanecer en sus casas donde el tormento era mayor y más visible. Las noches y los días eran iguales, no se percibían cambios en su transcurso. Ningún cartel de cerrado colgaba de puerta alguna, pero, nadie entraba en ellas. La banca ya no repartía turnos en su no atención a los clientes, las hipotec