Hace unos días, escuchaba cómo dos mujeres ( de entre 30 y 40 años) criticaban que los toros estuviesen vetados  en varias provincias de España y mal vistos por muchos españoles. Ponían el grito en el cielo por haberse demolido la plaza de toros de Cádiz siendo fundamental para nuestra cultura y regocijo e, incluso, nuestro orgullo nacional. Según sus argumentos, lo  taurino nos representa en el mundo entero y hay que respetarlo... En ese punto, ya no pude más y tuve que saltar: jamás me he sentido vinculada culturalmente a esa práctica cruel y sangrienta en la que sólo se busca asesinar a un animal y, en algunas ocasiones, también al matador. ¿tan cruel es nuestro país?.  Sobre la plaza de toros demolida en nuestra ciudad, sí, la vi aún cuando estaba medio de pie y en el centro de un espacio donde hoy, afortunadamente, crecen jardines para el disfrute de los que la pisan sin pasar por el ruedo sangrante de otros tiempos. Pero su historia va más allá de tirar esa construc...