Ojos dormidos sin sueño no despiertan, no tienen sueños, párpados vigilantes,  que no pase el viento. Cerraron avisando,  no me esperes,  me espera un largo invierno. Pestañas desrizadas, pobres de tanto llanto, se aúnan con el resto: que no pase nadie, no quiere su dueño. aguas saladas de sus adentros, manantial infinito brotaron y brotaron, desde el silencio, hacia lo muerto. Pozos secos, gastados y sin aliento, dejaron paso a canales nuevos. Cayeron rocas, cayeron piedras, dejaron miradas entreabiertas. La sal que era ya  piedra, se quedó dormida ya no la esperan. Le toca a su hermana, lozana y buena. ¡Bienvenida seas, bendita agua fresca!