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"DADME UNA PAUSA, BORBONES, QUE NO DOY ABASTO"

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  Según la iglesia muy católica y menos cristiana, siete son los pecados capitales que los humanos cometen si están alejados de su santo manto. Estas culpas no son "pecado original"; no fue ella la inventora, sino que los establecieron desde el comportamiento habitual de sus compis de  pupitre y de palacio, los monarcas. Desde sus conductas "ejemplares", quedaron  ideales para copiarlos. Una vez catalogados y testados, se fijaron por y para ambas partes (dicen que quién hace la ley, hace la trampa..., con las bulas papales, tenían el perdón terrenal y eterno asegurados, como debe ser.) Dejemos aparte a los austrias por ser los tiempos donde imperaban la ignorancia y el emperador en medio mundo, ya nos queda muy lejos a nosotros (al imperio me refiero...). Quedémonos con sus herederos de sangre adulterada donde sus adn fueron tan alterados entre ellos mismos que provocaron una nueva especie en el reino de los seres raros perdurando hasta hoy. Tras la casa de Austria,

"DESPOJADOS Y ASPIRANTES"

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  No, no soy monárquica. Lo fui cuando se restauró, era muy joven y había visto demasiadas veces las películas de Sissi en su esplendor y no eres consciente de la realidad hasta  que estos episodios de la historia novelados no los identificas con lo que pasó en la realidad y aprendes cuál fue el final de ese supuesto maravilloso cuento. En la casa de los Borbones, ha habido de todo, ya casi estamos al corriente de todas sus vergonzosas hazañas desde que nos llegó esta nueva dinastía. No, no es mi intención comentar más allá de estas líneas introductorias, de momento, sobre la casa real, que no ideal, cuya cabeza es el jefe del estado sino, más bien, de una de sus parientes cercanas  pero, parece que, en el presente, algo más apartada; me refiero a una de sus hermanas, a Cristina. Es curioso que, a pesar de no simpatizar con ellos, tenemos ella y yo aspectos comunes que nos relacionan: el ducado y la corona. Ambas los llevamos en la sangre; ella, de nacimiento; yo, desde la adolescencia