"DÍAS DE TINTES: EL BLANCO IMPERFECTO"
Cuando la nieve, entre grises y blanquecina, se posa en nuestras cabezas, nos avisa de que han pasado tres semanas muy rápidas y que es la hora de hacerle caso a ese tejado recordatorio de reparación; no es un precepto, hay opciones; puedes obviarlo y no mirarlo ni mirarte y que siga ahí hasta que esos colores se vuelvan uniformes y ese manto quede parejo; dejarían de esclavizarte esos veintiún días máximos en los que el disimulo se hace difícil y sería el comienzo de la aceptación de esos cambios naturales que no pueden descambiarse por sí mismo, ya no tienes el ticket de la juventud, aquella caducó y no te la devuelven. Y decides seguir en su búsqueda, otra vez, y te vas a ese taller en el que saldrás, no con menos años, pero sí con más ánimos por haberte recuperado de esa señal tan evidente del paso de los muchos años que ya te pertenecen. Por sólo una hora de tu tiempo, te dan el regalo de la apariencia durante muchas horas más, no me atrevo a medirlo en días, sería mentirme ...