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"PRECEPTOS DOMINICALES O NO"

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  Desde hace mucho, el cumplir con mis preceptos dominicales consiste en la limpieza a fondo de mi casa. Al principio, se justificaba por ser el día que permanecía en ella todas las horas y era el único libre de toda la semana para hacerlo. Seguí con esa norma aun ya teniendo posibilidades de cambio. No me lo planteé, era lo que había que hacer y punto. Hoy, domingo, segundo de este nuevo año, veo lo fácil que resulta modificar ese punto sumándoles otros más hasta que resulten suspensivos y he decidido que así sea. Hoy, suspendo este cumplimiento porque, además, está solo en mis manos (nunca mejor dicho) el hacerlo. Hace un día precioso ( o no, aún no ha amanecido, no sé si será frío o húmedo, pero sé que lo será). Dentro de un ratillo, cambiaré mis guantes de goma por unos de lana; mi fregona por un bolso; mi cubo por unas botas; el limpiacristales por un perfume y los trapos de limpieza por bonitas telas. La calle será mi casa, la recorreré a fondo revisando todas sus esquinas y bala

“VUELA, MANUELA, VUELA”

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  Al igual que el cava y las uvas, el primer día del año nos trae las innumerables colecciones de muchas editoriales y de las que creo que solo se vende el primer volumen (vienen acompañadas de una oferta tentadora y servirán para saciarnos y no continuar con el siguiente): cursos de inglés con mágicos métodos cuyos resultados serán "milagrosos"; clases de pintura, de croché, maquetas para montar a cuentagotas…;a la par, llegan las rebajas; los febreros vienen, también, con lo suyo y marzo, abril…y de vuelta a la navidad. Demasiados dejà vu. La vida está tan escrita que resulta refrita. Desgraciadamente, los guiones solo se alteran por situaciones dramáticas. La pandemia nos obliga a incumplir los “presuntos preceptos” desde que arribó a nuestras vidas. El mundo se ha rebelado por los cambios o pérdidas de sus hábitos más que por los estragos ocasionados por el huracán pandémico. He visto a gente llorando por no poder acudir a cenas de nochebuena; pataleando por estar prohibi