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Mostrando las entradas etiquetadas como Dada

"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA Y EL AMOR ONUBENSE"

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No cabe duda de que en Huelva el amor envuelve el aire a los nacidos allí y a todos los que pasaron por esa amorosa ciudad. Dada, nacida en la provincia de Málaga, tiene sangre gaditana y, la otra mitad, onubense. El amor de sus papás nació y creció entre marismas sanitarias, aumentado por el primero de los tres integrantes de la que hoy es la pandi de Dada, Zeus.  Nana sabía, por aquel entonces,  que a la mamá de Dada no le faltaban ni amores ni cuidados. La protección se multiplicaba con los papás y, hoy, súper abuelos Paco y Sampe. Son, por encima de todo, amantes de sus hijos y, por supuesto, de su querida nieta.   La distancia no es obstáculo entre esos grandes amores. No dudan en cruzar mares y sierras para esos encuentros aun siendo para horas escasas.  Dada juega, sonríe y ríe a carcajadas entre sus brazos y sus paseos. Ella sabe y siente que es el centro de sus vidas y es feliz, mucho, cuando están cerca. De su abuelo Paco, Dada siente su corazón grande para con ella, siempre

"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA PREFIERE SUS LIBROS"

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  Dada había tenido unos bonitos regalos de los Reyes Magos al igual que de los de las Magas. Tenía dónde escoger para jugar con su pandi además de la ya entrañable pelotita verde que sobrevivía a cualquier infortunio que le tocara. Siempre volvía casa, siempre con ellos. Curiosamente, el color verde volvía a ser el centro de atención entre ellos, esta vez, en forma de libro. Sus páginas eran de tela y, sobre ellas, muchas figuras sobresalientes que Dada podía tocar a su antojo. No podía parar de pasar esas hojas con tantas flores, campos y animalitos que parecían estar esperándola para participar en sus aventuras. No dejó de lado sus otros regalitos, pero, ese libro la cautivó. Contenía todo lo que necesitaba, su tacto era una delicia por su textura de nube de algodón, suave y dulce sin azúcar añadido. Era perfecto.  Sentada en su hamaca, pasaba horas en su compañía, Lo trataba con cariño, sabía que era algo de mucho valor y no debía ser maltratado. Zeus, Joky y Happy la rodeaban para

"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA NO CONOCE EL MIEDO"

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  A pesar de su corta edad, Dada ya se había enfrentado a situaciones a las que los adultos  vemos con miedo por conocer que entrañan riesgos: NACER. Dada entró en el mundo con sus grandes ojos azules, heredados de papá, y de pie, con un bracito en alto y su puño cerrado, avisando de que había llegado. A partir de ese momento, sus días transcurrían rodeada de sus papás, sus tres perritos y sus muchos sueños después de cada comida de mamá. Todo en su vida era dulce y no había por qué añadirle sensaciones inútiles para asustarla; mejor ayudarla a crecer fuerte, sana, con valor y valores que con esos miedos que le harían temerosa y débil en sus futuros recorridos.  Sus juguetes junto con Joky, Zeus y Happy eran sus compis. Siempre cerca, siempre en pandilla y siempre cómplices. Se acercaban las fechas, nada tradicionales, de halloween, y los niños y demás, tenían la obligación de buscar miedos para sentir el terror. Sí, parece que de eso tan extraño se trataba... Dada veía lo contrario en

"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA Y LA NIEVE TEMPLADA"

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  Dada aún recordaba su primera casa dentro de mamá. Allí todo era diferente, no había juegos ni juguetes, ni tampoco noches ni mañanas; su distracción favorita era recorrer de arriba a abajo el angosto espacio que le iba quedando según iba creciendo. De sus muchas volteretas iniciales, ahora, solo sus golpecitos con las manitas y los pies eran sus únicas manifestaciones con el exterior. Mamá y papá recibían sus mensajes y le hablaban dulcemente a sus toques de atención. La comida siempre estaba en su punto para ella; tenía hilo directo para recibirla en cualquier momento. Esas eran las costumbres de Dada durante aquellos meses lunares que la protegieron antes de que viera los días soleados. Llegó el momento, y ya fuera de su universo particular, todo cambiaba. Tenía espacio amplio, ya no existían las estrecheces de antaño y eso le gustó. Pero, ese calorcito que la envolvía desapareció con el nuevo aire y hubo de buscarlo enseguida entre los cuerpos de mamá y de papá que la mantuvieron

"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA Y EL MAR"

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Dada no conocía aún el mar, tan solo la sal del mar de lágrimas que hacían rebosar el agua de su bañera cada vez que llegaba ese llanto, con matiz marinero dadaísta, que le provocaba la inmersión, para ella interminable, y que la sacaba de su mundo con los pies en tierra. Era un bebé tranquilo, feliz al acabar con las reservas lácteas de mamá que le daban la energía más que suficientes para dormir dulcemente mientras duraba esa amorosa ingestión maternal. Así pasaba el día y su correspondiente noche, hasta que le sobrevenía la hora de encontrarse con ese océano en donde debía cumplir con el protocolo impuesto para todos los humanos de la higiene y el bienestar. Pero, Dada no lo entendía así, ¿por qué interrumpirle su paz y su sosiego con ingentes aguas jabonosas a modo de olas movedizas a pesar de su temperatura tropical?  Encontró en su compinche Zeus, su mascota y muy mejor amigo, al perfecto aliado. Para él, y desde su más tierna infancia, el agua y el jabón no eran en absoluto de s

"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA TIENE SUEÑO"

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Como cada día, al llegar la noche, Dada pedía su cuento para dormir. Su abuela Nana esperaba ansiosa ese momento en el que ambas soñaban, agotadas del día intenso repleto de palabras secretas entre las dos. Tenían su propio código para entenderse; ellas lo habían creado para su uso exclusivo dentro del lenguaje inagotable de la comunicación. No solo se nutría de palabras, cualquier gesto podía bastar en ese mundo tan particular.  Ya eran las ocho, todo estaba preparado para entrar en su peculiar universo onírico de las fantasías infinitas que desearan. Dada y Nana se miraban y con eso bastaba para elegir ese cuento nocturno con el que dormir y soñar. Alzó sus bracitos y los giró alrededor de su cabeza dibujando una luna llena en la que ella era el centro iluminado con sus enormes ojos de un color aún por determinar. Nana imitó a su nieta, ambas cerraron sus párpados y se sumergieron en la nueva aventura que se les presentaba: volar muy, muy alto hasta reunirse con su ya amiga Selena, t