"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA Y EL MAR"


Dada no conocía aún el mar, tan solo la sal del mar de lágrimas que hacían rebosar el agua de su bañera cada vez que llegaba ese llanto, con matiz marinero dadaísta, que le provocaba la inmersión, para ella interminable, y que la sacaba de su mundo con los pies en tierra.

Era un bebé tranquilo, feliz al acabar con las reservas lácteas de mamá que le daban la energía más que suficientes para dormir dulcemente mientras duraba esa amorosa ingestión maternal. Así pasaba el día y su correspondiente noche, hasta que le sobrevenía la hora de encontrarse con ese océano en donde debía cumplir con el protocolo impuesto para todos los humanos de la higiene y el bienestar. Pero, Dada no lo entendía así, ¿por qué interrumpirle su paz y su sosiego con ingentes aguas jabonosas a modo de olas movedizas a pesar de su temperatura tropical? 

Encontró en su compinche Zeus, su mascota y muy mejor amigo, al perfecto aliado. Para él, y desde su más tierna infancia, el agua y el jabón no eran en absoluto de su agrado y buscaba la manera de huir cuando se acercaba ese momento tan indeseable.

Juntos tramaron un plan donde la sequía sería su paraíso; lejos de geles y champús y demás potingues, urdieron su estrategia de escape. Dada iría sobre el lomo de Zeus hacia ese lugar idílico y seco, debajo del espacioso sofá del salón, donde su amigo había encontrado cobijo tantas veces en esas circunstancias. Pero, les falló algo importante, no contaban con el preciado olfato de los otros dos miembros de su pandi: Joky y Happy, estos quisieron acompañarlos en su aventura y el hueco ya no dio para más y fueron descubiertos enseguida.

El largo viaje y la emoción por vivir esa aventura precipitó lo inevitable. Los cuatro acabaron con el consiguiente y dulce remojón que les esperaba en sendas bañeras. Esta vez no lo lograron, pero, no por eso, dejaron de seguir intentándolo...



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