"FRIGORÍAS LIBERADORAS EN LA MUJER"

 


La nevada no era habitual en una ciudad como Cádiz; tampoco tener las nieves en casa. Cuando llegaron las primeras, no fueron en copos, cayeron en bloques y, no en el invierno frío, sino en el caluroso verano. Un mueble blanco iba a presidir el salón a partir de entonces. No era eléctrico, se nutría del bloque helado que acogía hasta su desaparición, horas después, escapando hacia una bandeja donde lo recogía hasta su salida. Su llegada la hacía envuelta en tela de arpillera marrón porteado en un carrito de hierro y madera, como un bebé recién nacido cuya vida era demasiado breve; la entregaba  a cambio de refrescar las de los demás. No daba para mucho, solo mientras su cuerpo aguantara.

Más tarde, llegaron con enchufe y su admisión fue más apreciada. Lo tenía más fácil darlo todo sin hacer nada (como buen enchufado...)

Y, por fin, el frigorífico. Con hielo de cosecha propia, sin bloques externos invasores. Él se lo guisaba y se lo mantenía..., Y, ahí llegó la revolución en las casas y el comienzo del fin de muchos ultramarinos (así se llamaban aquí, o también, "armacén"). Ya no era necesario ir a comprar la bebida fría para el almuerzo o la cena. Ya no habría tantas tertulias vecinales a la misma hora y provocando el fin de la puesta al día de lo que acontecía en cada morada ajena y ausente cuando se procedía.

Poco a poco, se iban comiendo sus ganancias, hasta ahora aseguradas, los nuevos abastecedores: los supermercados. Había de casi de todo y te llevabas tu compra felizmente para una semana entera sin perjuicio de que murieran en tantas horas de espera hasta su "particular san Martín". 

La mujer empezó a ser menos esclava, se iban soltando algunas argollas de sus cadenas. Podía cocinar y conservar sin problemas para el día siguiente. Ya no dependía tanto del acosador horario familiar demandando su comanda. 

Ya se podían plantear compaginar el ser ama de casa (eso no era cuestionable) con el trabajo fuera del hogar. Algo era algo. La familia comería caliente gracias al frío. Nada que reprocharle a mamá. Menos esclava y mucho más heroína.

CONTINUARÁ...


Comentarios

  1. Heroínas para mí son esas amas de casa que sin apenas medios criaban a sus hijos, muchos de ellos dependientes y limpiar a la vez la casa, coser ropa preciosa para toda la familia y a su vez hacer una comida riquísima, criando sus propios animales, sembrando lo que les gustaba a sus comensales y.. Siempre sobraba. Todo estaba riquísimo y le sobraba dinero después de todo....
    Fantástico relato Moby!!! Deseando saber como continua tu relato... Qué intriga........

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    1. Las siguientes partes se alternarán con otros relatos. Muchas gracias, Patri

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  2. Buen tema la liberacion! Y buenas fotos, que joyas!

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  3. Recuerdo que de chico había una en casa. Daba agua fría, porque tenía dentro un serpentín en donde se enfriaba, pero me parece a mí que la higiene de ese serpentín no era demasiado buena. El agua sabía rara. Representaban estas neveras el comienzo de un movimiento liberador que quizá tenga en la lavadora un momento culminante. Creo que es muy interesante y muy formativa la historia anterior a estos aparatos: cómo era la vida, fundamentalmente de las mujeres, antes de su aparición.

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    1. La lavadora las liberó del esfuerzo físico y el frigorífico de estar, físicamente, atadas a un horario sin movilidad.

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