"MI PADRE, EL PRIMER FEMINISTA"
En el relato anterior, ya teníamos frigorífico; la lavadora, cocina de butano, fregona, etc. fueron llegando paso a paso, Los trabajos del hogar se iban simplificando en comparación a los tiempos anteriores. Estos avances llegaban para la mujer. El hombre seguía en su estatus de cabeza de familia, por ser el que aportaba el pan y demás necesidades familiares. A cambio, se le consideraba, el dueño y señor de todo y de todos.
En casa, nacieron tres hijas y un hijo. Mayoría femenina. En aquellos tiempos, la hija mayor, una vez terminados sus estudios primarios, debía dejar el colegio y quedarse en casa para aprender y ayudar en los quehaceres. Fue muy llamativo, incluso, escandaloso para algunos familiares muy cercanos, el que mi padre se negara, en rotundo, a seguir con esa costumbre. Él tenía muy claro que sus cuatro hijos debían buscarse su vida a través de una buena preparación escolar y universitaria si estuviéramos capacitados para ello.
La endeble cartera de un Cartero se vaciaba entre la compra de libros y de nuestras matrículas. Recuerdo, en la habitación del fondo, una pizarra que ocupaba toda la pared; la dividió en cuatro partes iguales, separadas por una línea vertical, donde nos ponía deberes y que, después, nos corregía desde la pared frontal donde él se colocaba para controlarlo.
Él se levantaba el primero y, antes de irse a trabajar, repartía los desayunos a cada uno para evitar el madrugón a mi madre. Las limpiezas grandes las dirigía cargando con el mayor de los pesos. El puchero dominical era su devoción; nadie como él para controlar el punto de los garbanzos.
Nos enseñó a responsabilizarnos, sin diferencia de género, de nuestras obligaciones: fregar lo que se usaba, hacer nuestra cama (si no la hacías, se quedaba sin hacer...), cuidar de todo lo que allí había, subir a la azotea y tender la colada...,y que esto era totalmente compatible con estudiar.
Afortunadamente, sus sueños se cumplieron cuando vieron el fruto de sus esfuerzos hechos realidad: sus cuatro hijos y sus respectivas carreras universitarias terminadas. Esas licenciaturas nos sirvieron para ser personas libres, independientes, fuertes y muy luchadores, justo lo que fuisteis vosotros.
Él tenía su ideología y sus creencias religiosas pero, jamás, las consideró preceptivas para sus hijos. Cada uno tenía las suyos, incluida mi madre, y todas fueron siempre respetadas.
Mi madre y mi padre formaron un gran equipo donde el amor y el respeto recíprocos fueron la base entre ellos durante toda su vida de casi cincuenta años en común.
Mi padre tendría hoy 97 años; la pregunta es obvia; ¿Cómo es posible que, un siglo después, aún sea necesario defender la igualdad entre hombre y mujer?. Hoy, en 2022, es muy penoso ver cómo el peso de la casa, con todo lo que conlleva, sigue recayendo, principalmente, en las espaldas de la mujer. Y, no, no solo en parejas de edad avanzada, mucho peor aún, también, en las jóvenes se da esta situación y eso ya es delito. La falta de educación se hace patente por su ausencia. Es obligación del colegio, por supuesto, trabajar la igualdad entre géneros, pero, tengamos claro que, la mejor práctica es verla reflejada en su propia casa. No lo olvidemos.
FEMINISMO ES LA IGUALDAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES
MACHISMO ES LA SUPREMACÍA DEL HOMBRE SOBRE LA MUJER.
MUCHO ME TEMO QUE LA DESIGUALDAD SERÁ CADA VEZ MAYOR; LA MUJER PUEDE CON TODO, ¿EL HOMBRE TAMBIÉN?
Cómo me recuerda este relato a mis padres.
ResponderEliminarMi padre era exactamente igual y sus comidas exquisitas.
Él tendía la ropa y preparaba la cena mientras mi mami me bañaba!!.
Excelente, Moby!!
Muchas gracias, Patri.
EliminarQue el día de hoy sirva por lo menos para la reflexión.
ResponderEliminarQueda mucho camino que recoger y muchos logros que alcanzar todavía.Es fundamental empezar
Y EDUCAR🙏🙏🙏🙏
EliminarOjalá esto ya no fuera tema de conversación. Es realmente agotador seguir defendiendo nuestros derechos pero debemos continuar por ahí. Si no estamos preparados para ello, ni siquiera nos daremos cuenta de que se siguen vulnerando y que persiste un micromachismo peligroso aún en la sociedad más preparada. Tu padre no pudo ser mejor maestro!
ResponderEliminarMuchas gracias, Lola. En mi nombre y en el de mis hermanos.
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