"DE CUANDO FUI PROFESORA"

 

A pesar de los muchos giros que ha dado mi vida, más de los que da el planeta tierra durante el año, ninguna de esas vueltas las cambiaría. He pasado del norte al sur, sin dejarme atrás los estes y oestes. Pero, si hay una que me hizo crecer, sin duda, fueron mis años de docencia. Eran tiempos en los que el profesor tenía su mesa y ellos la suya, cada cual en su sitio. Pero, sin descartar cuando todos nos poníamos de pie y sentíamos la unión que nos mantenía en ese crecimiento que es el aprendizaje más allá de las materias oficiales, estudiadas  y practicadas, sin necesidad de libros de textos de editoriales vacios de emociones y diseñados para una igualdad de pensamientos sin más reflexiones que las que unos desconocidos deciden por los demás sin personalizar capacidades ni la diversidad en general del alumnado.

Mis materias eran la lengua española y francesa; más tarde, añadieron ética y proyecto de las competencias (no recuerdo muy bien el nombre...). Hice de todas ellas una sola: practicar la vida, enseñar y aprender a comunicarnos con palabras que compondrían diálogos basados en pensamientos libres, sin adoctrinar, y con el respeto hacia la libertad de mantener el espíritu de sus particularidades. Todos/as somos distintos, la personalidad es intocable, su esencia única y tan sólo necesitan herramientas para perfeccionarse y encontrar, por sí mismos, ese camino que aún no ven. Y ese es el rol del profesor: ayudarlos a buscar su excelencia, ser los mejores desde sus capacidades que serán las que sean y hay que respetarlas y animarlos a que lleguen a esa meta personal llevando en su mochila los valores con los que encontrarla: respeto, razonamiento, claridad y muchas ganas de mirarse en el espejo del reconocimiento de que siguen siendo ellos, pero en su mejor versión.

Y el triunfo del profesor llega cuando pasan décadas y observas cómo cada cual supo andar con sus zapatos por las dificultades que se encontraron. No todos necesitaron estudios universitarios ni máster. Sus manos y su inteligencia natural sobrepasaban calificaciones en un libro escolar en el que no se evalúan emociones ni sueños. Aquellos adolescentes que fueron un día son, ahora, grandes padres y madres que educan a sus vástagos con todo el amor que tenían en sus corazones y que heredan con sus zapatos propios gracias al respeto y la comprensión que habitan en sus casas.

No nos engañemos, la educación no es fácil. Pero, hay un añadido de dificultad con las distintas y disparatadas leyes educativas que buscan una enseñanza desde el desconocimiento de la realidad de un aula y de la diversidad más allá de la raza, religión o sexo (las considero obvias y ya deberían venir aprendidas de casa) sino de la pluralidad infinita de lograr ser mejores personas cada día, cada curso, cada etapa.

Aunque sus raíces o lexemas parecen nacidos del mismo tronco, ser profesor no es sinónimo de profesión donde la vocación es la que materializa y encamina esas adolescencias hoy tan perdidas en esas redes que los atrapan y anulan. Porque donde se ponen palabras, jamás una máquina ni las ahora inteligencias artificiales podrán sustituir la figura del enseñante. No confudamos nunca el motor con el corazón. 

No todo está perdido. No tiremos nunca la toalla. Siempre se puede. Que el sentido común le gane a las administraciones de las cúpulas donde diseñan planes de estudio sin conocer emociones y sin que nunca lleguen a conocer y a amar la música y la poesía; sin ellas, el mundo será cada vez más frío. El que ama las artes, el que aprende a amarlas, nunca empuñará un fúsil ni se quedará impasible cuando bombas acaban con el futuro de los que nunca ya tendrán sueños por cumplir.


Comentarios

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo pero en todo, absolutamente en todo. Ojalá hubiera tenido una profe como tú desde que empezé a leer, cargada de valores humanos y aplaudiendo esa diversidad de poder SER cada cuál, dentro del respeto que te caracteriza. Chapó amiga, eres MUY GRANDE!🤗😘

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  2. Muchas gracias, INMA, MI AMIGA QUERIDA!!!

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    1. Inma Reivan8/6/25, 21:46

      Gracias a tí. Por cierto, el o la que escribe como "Anónimo" más abajo, eres tú?

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    2. No, es mi amigo (y de toda la familia) el gran Antonio Moreno, Er More.

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  3. Er More te dice hoy que ese empeño final con el que concluyes es el mismo que intenté transmitir a todo mi alumnado a través de los tiempos. Insistí miles de veces que la literatura no sirve para enseñar nada y no lo aceptaban, pues tenían la idea de que el maestro enseña y se olvidaban de que forma y, por tanto, anima a aprender y a disfrutar (unas veces aprendiendo y otras sólo disfrutando). En eso creo que fracasé... ¡Maldita obsesión! Ojalá me equivoque y algunos se hayan dado cuenta del placer de leer incluso en imágenes...😢

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