"CÓDIGOS DE BARRAS Y QR""
Según la edad que tengamos, la renovación de nuestro D.N.I. oscila entre los cinco y diez años hasta que su actualización se hace innecesaria porque no deben considerar que los setenta y su foto sean motivo a tener en cuenta ni tan siquiera si te enchironan...; ya no las harán de frente ni de perfiles (ahora, quizás, con las redes sociales basten). Nuestro carnet de identidad era nuestro otro yo y él siempre tenía la prioridad sobre nosotros; con pocos datos, nos conocían mejor que la familia: tu nombre y el de tus padres, apellidos, lugar de nacimiento y fecha, dirección (la profesión y el estado civil quedaron en el camino por ser tantas sus variables ) y ya estabas fichado más allá de la eternidad. Tu número adjudicado es el primero que habla cuando te preguntan y, eso, al menos, te hace único en el mundo. Algo es algo.
Y pensaba, ahora, que a todas estas tarjetitas se les acabe más pronto que tarde su vida controladora y su viaje y estancia en tu cartera de turno que siempre es un regalo muy socorrido de los hijos a sus padres. Me da a mí que, sin quererlo ni solicitarlo ni mucho menos desearlo, nos tatuarán algo parecido a un código de barra o, incluso, un QR que es más artístico y, con ellos, harán de nosotros lo que les apetezca con sólo pasar por caja nuestra muñeca de famosa que siempre se dirigirá al portal y no esperando que nos den su cariño o su amistad precisamente, sino, más bien, nuestra voluntad y demás.
Las compras y los gustos y preferencias vendrán marcados de fábrica, sabrán nuestras intolerancias alimentarias y la cesta del súper estará preparada y lista para entregar con sólo pasar ese identificador.
Si modificamos nuestro peso, nos llamarán la atención y habrá que corregirlo porque ellos no se bajarán del burro y te seguirán dando la misma talla, pese a quién pese lo que peses...
Los móviles morirán, serán nuestras muñecas parlanchinas con tan sólo pronunciar el nombre (o número innato del receptor) las que hablen entre ellas si sus líneas estuvieran disponibles. No habrá que escribir más mensajes, las palabras irán codificadas segun contenidos (quizás salga ganando la ortografía, mirémosolo así para aceptarlo).
Me preocupa qué color será el elegido para marcarnos, no lo veo opcional me temo. Tratándonse de lugares tan cercanos a las manos, no sería aconsejable el negro por aquello de "la mano negra" pero entre este y su adversario colorido, menos confianza y más temor con aquellas "manos limpias" si tuvieras que "hacerte oír".
Es posible que mis biznietos, si leyeran lo que hoy escribo, se burlen de mí por ser tan anticuada en mis presagios obsoletos en sus tiempos. O, quién sabe, para aquel entonces, el mundo haya vuelto a sus inicios y comiencen a aprender desde ese cero en el que todo empieza y se estrena como si no hubiera un ayer. Ojalá encuentren los tesoros que dejemos escondidos bajo las piedras del saber y de la paz.
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