"¿BOTELLÓN? ¡ NO, GRACIAS!

Ya os conté mi apego, desgraciadamente, al tabaco. Afortunadamente, no me pasó lo mismo con el alcohol. En mi juventud, tuve un par de feos encuentros con él y fueron más que suficientes para aprenderlo. Evidentemente, el alcohol, a diferencia del tabaco, no es nocivo si las dosis son las correctas y se toma como pareja de los sólidos que potencian el maridaje perfecto entre ellos. Estos momentos de vinos y rosas son perfectos porque se busca el placer de saborear su aroma, texturas y demás. Hasta aquí, es sano y recomendable para quiénes deseen hacerlo. ¿ Dónde está el problema entonces?, está claro, en su finalidad al usarlo. Si ya no buscas el placer con él, a través de él, sino, después de él, ahí ya hay un serio y grave problema: la necesidad de emborracharte para evadirte a continuación. Muchas veces, se empieza por la imitación con el resto de la pandilla o por la timidez que no te permite ponerte a tono con el resto que sí está ya entonado. A partir de ese momento, de ese primer instante de contacto, pensará lo fácil que le ha resultado la integración y verá en la bebida su salvación para no padecer la soledad (en verdad, la única compañía será el alcohol, nada más).

 Conocí estas historias a fondo. Les hablé, en numerosas ocasiones, sobre los peligros que conllevan el acercamiento primero y el enganche después. No, nunca defendí el tabaco frente al alcohol; de hecho, ambos son poderosos generadores de cáncer ( pulmón e hígado entre otros) y así se los hacía saber; no obstante, hay una importante diferencia entre los dos, sobre todo, en esas edades, y es la pérdida absoluta de la voluntad ya que queda totalmente anulada bajo sus efectos y que puede conducirlo a las más horrendas de las situaciones tanto para sí mismo como para los que estén cerca habitual, esporádica o fortuitamente.

Son muchos los que potencian que, el tristemente conocido "botellón", siga en auge y más popular cada día. No, no solo los que lo consumen, lo son mucho más los que se lo suministran y se lo consienten (vendedores, mediadores, pero, también,  los padres y madres de los que son menores de edad). A todos ellos, les corresponde una gran parte de la culpa por haber permitido, de una u otra manera, esta tremenda situación. ¿Le estoy restando responsabilidad a los usuarios?, en absoluto, pero no olvidemos de que lo que sí se le ha mermado es su propia voluntad al entrar en contacto con él, el alcohol.

OBSERVACIÓN IMPORTANTE: INSISTO EN LOS MENORES DE EDAD PORQUE AHÍ ES DÓNDE ESTÁ LA CANTERA DE LOS FUTUROS CONSUMIDORES Y, CADA VEZ, MÁS JÓVENES, NIÑOS...