"o PEQUEÑA"

 

El abecedario griego, el alfabeto para ser más preciso, ha cedido su papiro milenario de las tragedias por el papel  protagonista de otros dramas universales. La DELTA nos llegó con el estío y, con la caída de las hojas, la que parecía que solo tendría una intervención secundaria en esta maldita obra teatral con demasiados actos, cuyas escenas y escenarios representan, a diario, infinitas funciones. Sí, esta "o" PEQUEÑA, hija de OMEGA ("O" GRANDE) está más viva que nunca. Se ha hecho tan popular por impopular. Ya no es exclusiva de los clásicos de la antigua Grecia ni de sus estudiosos ni de los sabios; ya es del pueblo y de la aristocracia; entra sin llamar a las puertas, no necesita de carteles para anunciarse  (nadie los leía cuando quiso avisar de su inminente estreno y de su posterior "tournée"). Dicen, los entendidos, que ya está perdiendo su fuerza en cada interpretación y que tendrá que compartir cartel, simultáneamente, con otras piezas (las habituales de cada temporada).

Dicen que las obras teatrales fracasan cuando pinchan...; de momento, vamos por el tercero para boicotear, en la medida de lo posible, todas sus representaciones y que el telón caiga sin más bises, sin crónicas indeseables de los que la niegan por creerla solo un cuento y no lo que es de verdad: un tragedia sin tintes posibles de comedia.

Ómicron, eras una más en mis lecturas y estudios universitarios; poco se hablaba de ti, tu madre era el fin y tú, solo una intermedia. Haz un favor al mundo y toma el relevo familiar y cierra con él estos meses de tu gira mundial. Ya te conocemos. Recoge tus cosas, vacía tu camerino y, sin despedidas, vuelve a tu lugar de origen, el de las bellas palabras.