"ME QUIERE, NO ME QUIERE"

No tenía previsto ningún relato para este día y ha sido Mana, mi muy súpermegaextrahiper amiga, la que  me ha preguntado  si no le  iba a dedicar unas letras a "san tontín (no lo conocía por ese nombre, pero le va bien, sí ).

No, no voy a comenzar con el "es un invento de "El corte inglés"; me da lo mismo el creador, pero, no cabe duda de que listo era mucho. No solo por el innegable negocio de los regalos compartidos, sino, mucho más, por la dependencia y el enganche de esta amorosa celebración.

¡Cuántas escenas, "sanvalentinescas" he presenciado o me han contado! (siempre desde el patio de butacas; jamás, en el escenario, afortunadamente). He visto a parejas muy contentas cuando el  regalo ha sido mutuo, vale, sin problemas en la jornada; pero, si solo fue unilateralmente, ese amor, tan profundo e infinito, se finiquitaba con un "tú no me quieres". 

Cada año se complica más, ya no basta con presentarse con un presente a la cita, porque tiene que haber cena o tiene que haber cena, pues no pueden faltar los mensajes enredados en todas las plataformas públicas (digo, bien, en todas), los ramos de rosas, las tarjetas llenas de corazones con muchas flechas clavadas en ellos (sí, imprescindibles), cajas rojas de bombones (no se aconseja cambiar el color). y, el último grito: pedir matrimonio, rodilla en tierra, delante del resto de comensales que acabará aplaudiendo por ver un espectáculo gratuito desde su mesa; y sí, es el último grito, pero no en moda, sino porque se dan casos donde la otra parte se queda muerta de vergüenza después de un grito avergonzado. 

La que ha liado ese pobre Valentín  sacrificando su vida por salvar el amor ajeno; dicen que fue decapitado; ¿será este el origen de "perder la cabeza" cuando se enamoran?