"BIENVENIDOS, 62"

 

Recuerdo que por los años setenta, amigos que hacían el servicio militar "la mili" y  aquello tan cuestionable del todo por la patria..., que dividían ese largo e inservible periodo en dos tiempos: durante el primero, a cada día que pasaba comentaban que era un día más; ya, en el segundo, lo calificaban como uno menos.

Me ha venido a la memoria porque así es la vida en sus diferentes etapas. Cuando eres niño y adolescente, solo quieres que el tiempo pase rápido para alcanzar esa mayoría de años que, supuestamente, te dará la ansiada libertad soñada de "hacer lo que te dé la gana" y, curiosamente, se hace eterna hasta llegar ahí. Las siguientes décadas pasan cada vez con más prisa y se van acelerando según vas llegando a ellas. 

Esa libertad tan deseada de la juventud se va coartando inevitablemente por las responsabilidades que vas adquiriendo: la universidad, el trabajo, la hipoteca, los hijos y demás obligaciones que van marcando tu vida encaminándola hacia, posiblemente,  la dirección contraria de la que crearon tus sueños. Todas ellas son ese día más.

Y llegan los momentos de nuevo deseados en los que te vas liberando y vas viendo que ya de todo queda menos: pagas tu hipoteca, te dan la jubilación, tus hijos se emancipan y crean su propia familia y crees que ya has cumplido con la vida y sus deberes. Ahora te tocan tus derechos y quieres disfrutarlos. Ese "hacer lo que me dé la gana", por fin!. Pero, no, no es tan fácil, te crees libre pero tu cuerpo te avisa de que no, de que nadie es libre nunca, de que la vida nunca es gratis y de que has de pagar ese regalo que te dan al llegar a este mundo y te cobran hasta el último céntimo mientas dure. Ahora, sí, ya llega ese "día menos" y tienes que aceptarlo hasta que te das cuenta de que los días no son los que cuentan sino cada hora y cada instante. El mañana llegará con sus sorpresas y dejarás que te sorprenda con sus decisiones. Hoy cumplo 62. Mañana..., será otro día.