"¿CON UN PAN BAJO EL BRAZO?"
Cuando un bebé llega al mundo, se espera ese regalo añadido que debe traer consigo por el hecho de nacer y se asocia con un extra de suerte para él y su familia en forma material o de deseo soñado. Qué gran error, ese pan bajo el brazo siempre toca, no hay que buscarlo, viene innato con el nacimiento, es la VIDA, ni más ni menos. Una vida que se estrena en el momento en que abre los ojos saliendo de esa cajita del vientre materno y que viene a ocupar su lugar dónde quiera que le haya tocado. No ha podido elegir ninguna de ambas partes, ni el bebé ni la madre, el tipo de hijo o de padres que soñaban, pero, sí cómo ejercerá cada uno de ellos el papel que les ha tocado en suerte. La madre o/y el padre han podido desearlo con todo su corazón o no. El nacido no ha tenido más opción que la de dejarse llevar en su formación durante el periodo de las diez lunas o, incluso, haberse precipitado en el tiempo. Esa nueva vida es una incógnita en sí misma. Es totalmente dependiente de otras manos que lo criarán según sus valores, costumbres, ideologías o, tristemente, lo verán como a una carga pesada y molesta que ha venido a alterar sus tiempos y momentos propios a los que no quieren renunciar. Y así, se forma la humanidad. Los progenitores o uno de los dos, serán los responsables de que esa criatura sea una persona humana, valga la redundancia, o un ser deshumanizado. Los cuidados físicos son indispensables pero, nunca menos que los educacionales. El bebé no será un muñeco para lucir en ferias y fiestas de guardar, no se trata de que sea el más inteligente ni el más aventajado entre el resto, no, sino de que sepa distinguir, a través de esa educación que debe nacer en casa, lo correcto de lo que no lo es; de ni es el centro del mundo ni tampoco un cero a la izquierda. Es, ante todo, un ser que se inicia en la vida, que llega inmaculado, sin prejuicios, capaz de entender la generosidad si la siente a su alrededor; las palabras sanas, sin odios ni rencores.
Todos los que hemos sido padres debemos poner en valor nuestro trabajo a partir del resultado de esa vida que nos llegó un día y que ya vuela sola. Es el momento de evaluarnos y de saber si hemos criado a seres humanos o inhumanos, personas que han sabido usar el bien frente al mal si fue bien instruido o no.
Hoy, cuando la vejez acecha y la vida se acorta, es lo que más aprecio de mis muchos años ya vividos: tener como hija a una persona que transmite bondad, empatía, generosidad, amistad, disponibilidad... a cualquiera que se vea necesitado de esos bienes. La mejor hija y, desde hace año y medio, la mejor madre.
Enhorabuena querida Moby. Has sido una madre ejemplar y una maravilla de abuela!
ResponderEliminarUn abrazo y un beso!
Muchas gracias, querida Patri!!!
ResponderEliminar❤️
ResponderEliminar❤️❤️❤️
ResponderEliminarNo sé por qué, pero me parece que estás orgullosísima de tu hija, al igual que ella lo está de tí. Y no se por qué, pero me parece que las dos estáis felicisimas con la pequeñita. Y no se por qué, me parece que hija y nieta son fuente de esa energía que el extraño escondido trata usurparte. Enhorabuena.😘
ResponderEliminarQuè bonito, Emilio!!!
ResponderEliminarBonita reflexión!!! Enhorabuena ❤️
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