"DESCUIDOS, ERRORES, DESPROPÓSITOS Y... MALDADES"
La humanidad se trasforma a base de los descuidos, los errores, los despropósitos y las maldades, dando lugar a nuevas formas inesperadas como obras de arte o catástrofes: evolución, revolución e involución.
Quién, en un descuido, no ha utilizado un ingrediente en la elaboración de un guiso o pastel y estuvo a punto de desecharlo y que, finalmente, resultó exquisito? la mezcla de especias impensables que hicieron platos únicos y cuyo secreto es guardado tras generaciones cambiando la sobriedad por la excelencia en el placer de un manjar? Quizás, le pasó a Berasategui, Arzac, José Andrés...; Y quién sabe si a Velázquez, Sorolla o a Van Gogh no se le derramaron sus pinturas y crearon nuevos colores imposibles e impensables hasta ese momento?
Las nuevas técnicas curativas en el campo de la ciencia y los medicamentos como vacunas no nacieron de un primer acierto sino, posiblemente, a partir de muchos errores previos que se corrigieron a base de estudios y constancia hasta encontrar soluciones. A Madame Curie le costó recortar su vida en muchos años por la radiación en la que estuvo envuelta; a Ramón y Cajal, sus errores hasta alcanzar la verdad que buscaba, lo pagó su vida familiar a la que tuvo que desplazar para aislarse en sus estudios neurológicos que revolucionaron el funcionamiento cerebral.
En cambio, a muchos de los despropósitos en los que se ve envuelto nuestro universo no se les buscó arreglo a sabiendas de que no estaban encaminados al bienestar sino al desastre. Abaratar alimentos para que estén, supuestamente, al alcance de todos los bolsillos, pudo ser, en un principio, para que todos tuvieran la opción de un plato lleno en la mesa y nacieron en laboratorios ¿alimentos? hoy llamadas procesados por no ser, en más del 50%, ingredientes naturales sino mezclas de una mínima parte original con multitud de añadidos de los que resultan productos para rellenar o endulzar estómagos que los ingieren por su atractivo exterior o por su precio más asequible.
Es innegable que persiste la necesidad en la población de alimentos con los que sobrevivir diariamente, pero, también, es indiscutible que la creación de esos productos prefabricados no le servirán para nutrirlos sino tan sólo, para quitarles ese hambre que les duele tanto. Pero, esas grandes empresas, cuyas cuentas bancarias sí que están sobradamente alimentadas y engordadas, no darán un paso atrás, a sabiendas del mal que causan, y se mantendrán en la elaboración de comidas vacías pero repletas de sustancias químicas que alejan de lo que nos da la naturaleza como la fruta, legumbres, verduras, lácteos, carnes y pescados que, sin pasar por manos interesadas en su metamorfosis, son los que criarían de forma natural, sin crear artificios, a todos los seres humanos.
En muchas situaciones, los descuidos son evoluciones; los errores, revoluciones; pero, los despropósitos no corregidos, sin duda, son involuciones.
Quién, en un descuido, no ha utilizado un ingrediente en la elaboración de un guiso o pastel y estuvo a punto de desecharlo y que, finalmente, resultó exquisito? la mezcla de especias impensables que hicieron platos únicos y cuyo secreto es guardado tras generaciones cambiando la sobriedad por la excelencia en el placer de un manjar? Quizás, le pasó a Berasategui, Arzac, José Andrés...; Y quién sabe si a Velázquez, Sorolla o a Van Gogh no se le derramaron sus pinturas y crearon nuevos colores imposibles e impensables hasta ese momento?
Las nuevas técnicas curativas en el campo de la ciencia y los medicamentos como vacunas no nacieron de un primer acierto sino, posiblemente, a partir de muchos errores previos que se corrigieron a base de estudios y constancia hasta encontrar soluciones. A Madame Curie le costó recortar su vida en muchos años por la radiación en la que estuvo envuelta; a Ramón y Cajal, sus errores hasta alcanzar la verdad que buscaba, lo pagó su vida familiar a la que tuvo que desplazar para aislarse en sus estudios neurológicos que revolucionaron el funcionamiento cerebral.
En cambio, a muchos de los despropósitos en los que se ve envuelto nuestro universo no se les buscó arreglo a sabiendas de que no estaban encaminados al bienestar sino al desastre. Abaratar alimentos para que estén, supuestamente, al alcance de todos los bolsillos, pudo ser, en un principio, para que todos tuvieran la opción de un plato lleno en la mesa y nacieron en laboratorios ¿alimentos? hoy llamadas procesados por no ser, en más del 50%, ingredientes naturales sino mezclas de una mínima parte original con multitud de añadidos de los que resultan productos para rellenar o endulzar estómagos que los ingieren por su atractivo exterior o por su precio más asequible.
Es innegable que persiste la necesidad en la población de alimentos con los que sobrevivir diariamente, pero, también, es indiscutible que la creación de esos productos prefabricados no le servirán para nutrirlos sino tan sólo, para quitarles ese hambre que les duele tanto. Pero, esas grandes empresas, cuyas cuentas bancarias sí que están sobradamente alimentadas y engordadas, no darán un paso atrás, a sabiendas del mal que causan, y se mantendrán en la elaboración de comidas vacías pero repletas de sustancias químicas que alejan de lo que nos da la naturaleza como la fruta, legumbres, verduras, lácteos, carnes y pescados que, sin pasar por manos interesadas en su metamorfosis, son los que criarían de forma natural, sin crear artificios, a todos los seres humanos.
En muchas situaciones, los descuidos son evoluciones; los errores, revoluciones; pero, los despropósitos no corregidos, sin duda, son involuciones.
Todo por la pasta!!! 😓. Un abrazo grande Manoli 💕
ResponderEliminarUn beso enorme, querida Aurora.
EliminarSomos lo que comemos.
ResponderEliminar( Nicasia)
Ese merengue¡¡¡
EliminarTotalmente de acuerdo, querida Moby.
ResponderEliminarMuchos besos, querida Patri.
Eliminar