"¡¿BENDITAS RELIGIONES?!"

    Vivir, sobrevivir o morir en nombre de una creencia no humana, invisible, intangible, con escasos principios de defensas sociales, sin igualdad en derechos ni libertades, sin cuestionar esos supuestos valores que los llevan hasta donde ese ser "supremo" les ha inculcado que es su deber para ese dios tan oculto y ciego que no da su vida por sus seguidores sino que los lanza a esa muerte para defender su feudo, no tiene excusa ni para sus creyentes ni para el creador de esa fe que los conduce, sin piedad, a matar por unos trozos de tierra que reclaman como suyos.

Pocos testigos quedan vivos de la persecución a la que sometieron los nazis a los judíos durante casi dos décadas. Miles de muertos por serlo o por considerarlo heredero de generaciones anteriores; daba igual, fue uno de los mayores genocidios de la historia reciente. Pero, los que no lo vivimos en ese presente, y lo conocimos varios años más tarde, cuando esa información nos llegó, se nos quedó grabada en el alma; esa injusticia tan cruel, innecesaria, tan absurda..., que esa barbarie se llevara a cabo por el mero hecho de que, por practicar una fe determinada se erigiera en jueza de una condena segura desde el momento en que son detectados por los antisemitas.

Acabada la guerra, una gran mayoría de judíos se instaló en un territorio ocupado por árabes y judíos: Palestina. En 1948, Israel (lugar elegido por los judíos para asentarse)  se proclama estado independiente en ese mismo lugar ya habitado por otro pueblo regido por un dios diferente, invadido por los llamados, desde ese momento, israelíes que los arrinconan en su propia casa y de la que se erigen dueños absolutos. Ahí y hasta ahora, comienza este conflicto interminable que, en estos momentos más que nunca, se hace cada día más cruel y virulento. En 1988, desde Argel, se proclama el estado independiente de Palestina cuyas tierras quedarían menguadas en los territorios del Jerusalem Oriental (frontera en Gaza y Cisjordania). Los israelíes no lo aceptan y pocos son los países que lo reconocen como un nuevo estado independiente.

Y, así, hasta el día de hoy, a casi un cuarto del siglo XXI, las muertes imparables, asesinatos, continúan en base a unas propiedades que dicen corresponderles por derecho divino, en nombre de esos dioses que tanto aman y obedecen.

Israel, ese pueblo diezmado en la segunda guerra mundial, tan apoyado por esas injusticias sufridas a manos de la execrable ideología nazi, cuya limpieza étnica exigía su extinción en pro de la raza aria, es ahora el brazo ejecutor de una matanza de inocentes por el hecho de habitar unas tierras, desde tiempos ancestrales, y que los israelíes consideran que fueron otorgadas por su dios como tierra prometida.

Y son ya muchos los miles de muertos que se apilan en montañas asentadas por pueblos y dioses que los enfrentan. Los israelíes se defienden por los ataques de la banda terrorista Hamas (¿acaso el mundo identificó a todos   los irlandeses o a todos  los españoles con el Ira o con Eta?). 

Está claro quiénes son ahora los exterminadores, aquellos que escapaban de esa masacre nazista y que han olvidado a sus miles de muertos por ser de una raza o cultura o de un dios diferente a sus asesinos.

El mundo entero ha de parar esta guerra, estas muertes, estas injusticias contra la población inocente de las tierras palestinas. Han de reconocerlo como un estado propio con sus derechos correspondientes a ser defendidos por los países que somos conscientes de esa barbarie. 

                          ¡¡¡POR dIOS, NO MATEMOS EN NOMBRE DE NINGÚN dIOS!!!.

¡POR UN RECONOCIMIENTO MUNDIAL A PALESTINA COMO ESTADO DE PLENO DERECHO!